Daniel era un chico de instituto, bastante tímido, con una gran imaginación y una pasión secreta que llevaba por dentro, en sus fantasías mas intimas soñaba con poseer todos los penes de sus compañeros de clase, le encantaban las buenas pollas. Siempre le han gustado. Incluso a llegado a creer que no le gustan los hombres, simplemente le atraen sus penes. Esta fascinación ha existido en él desde siempre. Recuerda como aún siendo muy niño se fijaba en los pequeños penes de sus compañeros de colegio en el vestuario y luego, ya en la pubertad, tenía verdaderos problemas para disimular la excitación que le producían aquellos juveniles penes expuestos a su vista sin ninguna vergüenza.
Justamente fue en un vestuario donde sus fantasías más intimas, dieron rinda suelta a su imaginación, chupando por primera vez un pene. Tenía 16 años y jugaba en un equipo de fútbol. Después de cada entrenamiento, se duchában todos en una hilera de duchas comunes, sin una simple cortina que los separara. Él siempre se duchaba el último y así disfrutaba de la visión de cada una de aquellas pollas mojadas pasando ante su atenta mirada, a veces su excitación era tan evidente que tenía que irse sin ducharse, argumentando una supuesta prisa inexistente; Otras veces corría al lavabo a masturbarse como un poseso para intentar aliviar su calor interno. Siempre temía que algún compañero del equipo descubriera su extraño comportamiento, algún signo de su atracción hacia ellos, pero, aunque a veces sus miradas eran bastante obvias, nunca había pasado nada.
Hasta que un día Juan, el portero del equipo, empezó a comportarse de un modo extraño: Insistía en ser el último en ducharse o se paseaba desnudo más tiempo de lo habitual, adoptando poses inusuales en el vestuario (se sentaba abriendo mucho sus piernas mostrando exageradamente su pene y sus testículos o se secaba sus genitales pasando la toalla una y otra vez con extraña insistencia). El resultado de su actitud fue que siempre se quedaban Daniel y Juan los últimos, normalmente solos en el vestuario. Aún así, su relación fue perfectamente normal durante unas tres semanas más, se duchában (a veces al mismo tiempo), hablában un poco y cada uno a su casa. Juan seguía con sus poses provocativas, pero jamás hacía referencia a las miradas de Daniel hacia los otros chicos, si es que se había dado cuenta. Daniel se quedaba encantado mirando ese pene, aunque disimulaba lo más que podía, ya que al estar solos sus miradas eran mucho más obvias. Así que, Juan era el que se duchaba el último y a Daniel no le importaba, ya que además del desfile de penes habitual, tenía un "fin de fiesta", con uno para él sólo.
Daniel solía secarse lentamente para hacer tiempo, esperando a que Juan saliera de la ducha, hasta que un día ocurrió algo impredecible: ¡Juan no salía de la ducha! Daniel se estaba impacientando, poco a poco todos se iban marchando y Juan seguía en remojo, llevaba más de 20 minutos bajo el agua, cuando se despidió del último compañero y se quedo solo, decidió vestirse y marcharse porque pensó que ese día no habría espectáculo. Sólo entonces, Juan salió totalmente desnudo y con su enorme miembro erecto en la mano.
- Por fin se han ido todos.
- Dijo.
Por un momento se quedaron los dos parados, algo confusos, quizás esperando a ver la actitud del otro. No se movieron ni hablaron, pero los ojos de Daniel, abiertos como platos, se fueron directamente a ese pene. Entonces Juan rompió el silencio.
- Crees que no me he dado cuenta de cómo miras nuestras pollas - dijo entrecortadamente - estoy seguro de que te van los tíos, ¿verdad? - le pregunto mirando fijamente a la cara de Daniel, este nervioso y confundido le respondido entre susurros: Si siii sisisii......., atónito y sorprendido casi sin pensar lo que decía.
Juan sin dejar de mirarle le dice: Ven, acércate, toca mi polla.
Daniel fue hacia él algo temeroso, había soñado mil veces con una situación como aquella, pero en ese momento le había pillado totalmente por sorpresa y no sabía como reaccionar. Juan agarró la mano Daniel y la llevó hasta su pene. Era una delicia, caliente y dura, y al tocarla, todo el hambre de polla que Daniel había acumulado durante años, explotó en él con un escalofrío placentero que recorrió su cuerpo de la cabeza a los pies. Instintivamente, cerró los ojos y, poniéndose en cuclillas, se metió ese enorme pene en la boca. ¡Oh Dios mio! ¡Tanto tiempo esperando ese momento! ¡Qué delicia! Saboreaba aquel pene chupándolo con ganas, como había visto hacer en tantos vídeos y revistas. Con sus dos manos agarró los glúteos de Juan empujando su cuerpo hacia él para que su miembro penetrara hasta sus entrañas. Extasiado y algo atolondrado, estubo chupando sin descanso durante un tiempo que no puedo determinar (segundos, minutos, quizás más...), hasta que una voz le despertó del trance.
- Espera, aquí no, puede vernos alguien, vámonos a las duchas.
- Le dijo Juan.
Daniel se aparto de aquel miembro exuberante y marcho rápidamente hacia las duchas mirando el cuerpo de Juan, de forma diferente, ahora ya no era un escaparate inalcanzable y lejano, sino un cuerpo real, con un pene real que él se había tragado y que volvería a tragarse. Sólo en ese momento fue consciente de que su pene estaba totalmente erecto, más caliente que nunca a causa de la excitante situación que había vivido. Protegidos por la pared de las duchas, se miraron nerviosamente por un momento. Juan cogió el pene de Daniel entre sus manos y empezó a masturbarle suavemente. Él cerró los ojos y se apoyó contra la fría pared, dejando que que las manos de Juan exploraran todos sus rincones secretos y más intimos. Manoseando su pene, masajeando sus testículos e incluso frotando sus dedos contra su ano, sin llegar a penetrarlo. Se notaba que, al igual que él, tampoco tenía experiencia, aunque también acumulaba años de excitación no satisfecha.
- Túmbate en el suelo.
- Le dijo casi gritando de nerviosismo.
- He soñado con hacer esto durante años.
Daniel se tumbó en el suelo, con su pene apuntando hacia el cielo y Juan le abrió las piernas y se abalanzó sobre el engulliéndolo entero. Chupaba deprisa subiendo y bajando su cabeza a un ritmo infernal, pasando la lengua por su glande para después meterse de nuevo su polla hasta la garganta. Daniel estaba excitadísimo, desprendía fuego por todos los poros, a punto de explotar regalándole toda su leche y cuando más necesitaba que su boca siguiera envolviendo su pene, Juan le abandonó súbitamente para lanzarse de inmediato sobre sus hinchados testículos. Los lamia con su lengua sin metérselos en la boca en ningún momento, sólo pasaba su lengua una y otra vez por ellos entreteniéndose en cada recoveco, dejándolos totalmente húmedos de saliva. Puntualmente volvía a su pene y le obsequiaba con algún lametón para regresar inmediatamente a sus testículos. Daniel comprendió que estaba siguiendo un ritual, soñado, pensado y meditado durante largos años.
Juan, al igual que Daniel, había realizado aquella mamada infinidad de veces en su cabeza y seguía los pasos uno a uno, sin dejarse ninguno, ya que tenía que ser como siempre había soñado. Por eso ahora le lamía los testículos, porque estaba llevando a la realidad una fantasía nacida y elaborada durante años, evolucionada a medida que él mismo y sus deseos iban cambiando. Daniel entendía perfectamente su actitud egoísta y le dejaba hacerlo encantado.
Luego ya disfrutaría él del sabor de su pene y su semen en su boca, haciendo realidad sus propios sueños.
Abandonó sus testículos para centrarse de nuevo en su pene, volviendo a tragarlo como al principio, se lo metió entero en la boca y fue moviendo despacio su cabeza, bajando y subiendo lentamente desde la base hasta la punta. Volvió a parar repentinamente, como antes había hecho para chuparle los testículos, y le levantó bruscamente las piernas dejándole con las piernas y el culo en el aire, apoyado tan solo sobre parte de su espalda. Daniel abrió los ojos sorprendido y notó su mirada lasciva clavada en la él. Juan rodeó su cuerpo con sus brazos y, sin dejar de mirarle, fue acercando su cara muy lentamente hacia su ano. Empezó a besarle los glúteos, con besos suaves y pausados, ahora un sitio, ahora otro. Seguía mirándole directamente, sin apartar su mirada de sus ojos en ningún momento. Siguió besándole durante varios minutos hasta que cerró los ojos y empezó a lamer con su lengua sus piernas......sus glúteos......pasaba una y otra vez por encima de su ano sin llegar a rozarlo tan siquiera.
Bruscamente, se detuvo y sin apartar la cabeza de su culo, volvió a mirarle durante un breve instante, luego cerró los ojos y se lanzó directamente por su ano. Empezó a lamerlo con fuerza intentando penetrar su agujero con su lengua, realizaba lametones amplios y muy húmedos, pero siempre sobre su ano, no se apartó de él ni un segundo. Era una sensación increíble, muy agradable y que Daniel jamás había pensado tan siquiera en realizar. Él se dejaba llevar, relajado, disfrutando de sus soberbias lamidas. Cuando pudo darse cuenta ya tenía un dedo metido en su culo. Se lo introdujo fácilmente, sin apenas resistencia gracias a la saliva repartida por todo su ano. Le fue penetrando poco a poco hasta meterlo entero, al mismo tiempo que seguía chupando con la lengua el ano y su dedo. Aún con su dedo en su culo, fue subiendo su cara hacia sus testículos, sin dejar de lamer por donde pasaba, se entretuvo en ellos un momento y siguió subiendo hasta su pene engulliéndolo de nuevo hasta el fondo. Empezó de nuevo a bombear con su boca sobre su pene al mismo tiempo que movía su dedo en su interior. Sincronizó ambos movimientos de forma que cuando se tragaba totalmente su pene, su dedo le penetraba hasta el fondo. Fue aumentando el ritmo hasta conseguir ponerle al borde del orgasmo.
- Me voy a correr......
- Grito Daniel entre suspiros de placer.
- Espera quiero que te corras en mi cara.
- Replicó Juan sacándose el pene de su boca.
Le agarró el pene con la mano, y empezó a moverlo a un ritmo frenético al tiempo que arrimaba la cara al pene de Daniel para recibir toda su leche.
Agarraba sus testículos con las dos manos. Chupaba suave, entreteniéndose con su lengua en su glande y en su frenillo. Tragaba despacio, haciendo que esos 22 cms de carne caliente subieran por su garganta hasta casi ahogarle. Vio que Juan estaba muy excitado, al borde del orgasmo, así que decidió aliviarle rápidamente sin alargar su espera. Aquello era exactamente igual a como él lo había imaginado, una polla en su boca y unos testículos calientes e hinchados en sus manos. Cogió los testículos con una sola mano y con la otra agarró la base del pene. Empezó a masturbarle al mismo tiempo que seguía chupándole el capullo. Incrementando el ritmo de la mamada, notando como él empezaba a mover las caderas descontroladamente, a punto de correrse.
- Me corro......
- Susurró él, quizá pensando que Daniel también quería recibir su semen en la cara.
Daniel no le hizo caso y siguió chupando aumentando aún más el ritmo, forzando a que se corriera en su boca, porque eso era lo que Daniel más deseaba, ahí es donde su amante se corría siempre en sus encuentros imaginarios. Cuando notó que se corría empujó su boca hacia abajo, tragándose el pene lo máximo que pudo y succionando con fuerza para extraerle hasta la última gota. El semen empezó a brotar con fuerza y abundancia, pero aquella fuente era inagotable y empezó a rebosarle semen por los labios. Siguió pegado al pene de Juan hasta que dejó de brotar semen y él calló rendido después de la fantástica corrida. Daniel se sentó en el suelo, apoyado contra la pared, buscando con su lengua el semen que asomaba por la comisura de sus labios, mientras observaba la cara de Juan aún marcada con su propio semen. Estuvieron cinco minutos callados, desnudos, inmóviles, respirando, mirándose el uno al otro, asimilando lo que había pasado. Luego Daniel se puso al lado y bajando lentamente su cabeza hasta el pene de Juan, le dio un suave beso de agradecimiento.
- Me parece que vamos a vernos mucho más a menudo a partir de ahora.
- Dijo sonriendo.
- Sí.
- Respondió Juan con otra sonrisa.
- Hace tiempo que quería dar este paso, estaba casi seguro de que te gustaban los tíos como a mí, pero no me atrevía.
- Ha sido fantástico que te hayas decidido, yo jamás me habría atrevido a hacerlo como tu lo has hecho......
- Me gustaría follarte.
- Dijo repentinamente Juan.
- ¿Follarme por el culo?.
- Respondió Daniel sorprendido.
- Sí. Y que luego me follaras a mí, contesto Juan.
Daniel reflexionó durante un momento, era algo que jamás se había planteado, pero en menos de un segundo lo pensó, lo meditó y decididamente, aceptó.
- Me encantaría hacerlo......
- Dijo convencido.
En ese momento, se abrió la puerta del vestuario.
- ¿Aún queda alguien?.
- Gritó una voz femenina. Durante un momento se quedaron paralizados, aterrorizados, ante la posibilidad de que descubrieran lo que habían estado haciendo.
- Juan reaccionó antes:
- Sííííí.
- Gritó abriendo un grifo.
- Aún nos estamos duchando.
- Cada día más lentos......
- Murmuró la mujer de la limpieza, abandonando el vestuario.
Habían invertido más tiempo de lo habitual en sus "juegos", por suerte la mujer de la limpieza siempre preguntaba antes de pasar.
- Tendremos que ir con más cuidado a partir de ahora.
- Dijo Daniel aún asustado.
- Oh...... conseguir otro sitio para follar, contesto Juan.
- Sí...... respondió suspirando, Daniel.
Se ducharon en silencio y se vistieron rápidamente. Y, aunque volvieron a excitarse, contuvieron sus pasiones hasta otro día en que pudieran estar más tranquilos. Se fueron apenas sin despedirse, ya que ambos sabían que aquello no había acabado, simplemente era un intermedio hasta su próximo encuentro........
CONTINUARA
PASIÓN SECRETA 2ª PARTE
Era un domingo como cualquier otro, en el cual realizaban los juegos de entrenamiento rutinarios, Daniel y Juan habían vuelto a verse en los partidos y en los vestuarios como de costumbre, pero en esta ocasión ambos estaban sentados en el banquillo, pero no habían tenido ninguna atención especial el uno hacia el otro, solo miradas, alguna sonrisa, algún roce, pero nada más. Daniel supuso que quería disimular. No sería agradable que el resto del equipo supiera de su relación. Habían decidido no relacionarse más de lo habitual, para no levantar sospechas. Pero Daniel estaba desesperado por volver a sentir el pene de Juan en su boca, casi no podía contenerse cuando le veía.
El jueves siguiente volvieron a coincidir en el entrenamiento. Daniel sabía que después, en las duchas, tendría su recompensa a tantas horas de espera. Juan seguía aparentando estar distante de Daniel, pero Daniel sabía que se moría de ganas de tenerle de nuevo entre sus brazos. Pero la sorpresa fue mayúscula para Daniel, cuando al entrar en el vestuario, Juan se duchó rápidamente, se vistió y desapareció sin dirigirle la palabra, despidiéndose de todos, diciendo que tenía prisa. Nubarrones de dudas crecieron en la cabeza Daniel......
-¿Qué le pasaba?
Él sabía que Juan había disfrutado tanto como él......
-¿Tendría dudas de su identidad sexual?.
No creo..... pensaba Daniel, parecía que no, después de todo Juan era el que había dado el primer paso, arriesgándose a mostrarse desnudo ante Daniel con su pene totalmente erecto y en clara actitud de insinuación.
-¿Ya había colmado su deseo sexual con la experiencia del otro día? Imposible, Juan le había dicho que quería más.
-¿Temía que los pillaran "in fraganti?"
Puede ser, aunque no le había importado mucho la otra vez. Quizás simplemente disimulaba (en exceso) para que nadie sospechara, al menos eso es lo que Daniel quería creer, pensando que a la menor oportunidad volverían a entrelazar sus cuerpos haciéndose el amor el uno al otro.
Llegó el viernes y su actitud no cambiaba en absoluto, Juan hablaba y bromeaba con todos sin tener con Daniel ningún detalle especial. Se duchó y empezó a vestirse para irse.
Daniel estaba destrozado, apenas se fijaba en el resto de miembros pululando a su alrededor, absorto en sus pensamientos, en sus oscuras cábalas, pensando que jamás iba a volver a probar aquel miembro, que el ansiado regalo que Juan le había hecho, le había sido robado sin piedad.
Tan concentrado estaba Daniel en sus oscuros pensamientos, que no se dio cuenta que, aunque habían tres o cuatro chicos en las duchas, en el vestuario se habían quedado solos por un momento Juan y él. Juan se acercó rápidamente y le plantó un suave y tierno beso en los labios, mientras se agarraba el miembro con su mano.
- Me muero por tenerte de nuevo, pero hemos de ser precavidos.
- Se lo dijo suavemente como un susurró a su oído.
- Este fin de semana estoy solo, ven a mi casa hoy por la noche, y......(súbitamente)
Un chico salió de la ducha y Juan se alejó de Daniel de un salto; El chico no vio nada.(afortunadamente para ellos).
Daniel se acerco a su amante y le susurro:
- ¿Estás solo todo el fin de semana?.
- Sí, respondió Juan sin mirarle.
- Mis padres se van a visitar a mis abuelos y mi hermana se va de excursión con sus amigas hasta el domingo.
Daniel no podía contener su alegría al escuchar lo que Juan le estaba diciendo y le contesto con sumo entusiasmo:
- En mi casa diré que tenemos concentración y me quedaré a dormir contigo.
- Eso es genial, le contesto Juan.
Daniel se separo de su lado y entro en la ducha, exultante de felicidad. Cuando salio, Juan ya se había marchado, pero no le importó......
Todo el resto de tarde estubo nervioso, no atendía en clase y tenía que controlar su excitación para que no se notara a través de sus pantalones.
Daniel llegó a casa, preparo una bolsa de deporte y dijo que no vendría a dormir que tenía concentración porque el partido del domingo era muy importante.
Nadie se extrañó, ya que, aunque no era habitual, hacían siempre un par de concentraciones al año.
Movido por la impaciencia, llego a casa de Juan a las siete de la tarde, antes de lo previsto y sus padres aún no se habían ido. Juan le presentó como un amigo del equipo y se sentaron a ver la tele.
Estaban los dos en el mismo sofá aparentemente atentos al programa, haciendo tiempo hasta que sus padres se marcharan. Sin mediar palabra Juan puso su mano sobre la pierna de Daniel.
Daniel llevaba unos pantalones cortos de deporte y se sobresalto al notar su piel contra la suya. Empezó a subir la mano lentamente hacia su entrepierna.
-¿Estás loco?, nos van a ver
-le dijo Daniel.
-Ssshhh, calla......los oiremos venir, están haciendo las maletas
-Respondió Juan, diciendole: Esto sólo es un adelanto de lo que vendrá después......
Juan sabía que Daniel no iba a negarse a hacer nada de lo que le propusiera, por eso dejó de hablar y siguió subiendo su mano por dentro del pantalón hasta alcanzar el pene de Daniel. Empezó a masturbarle lentamente sin inmutarse, seguía viendo la televisión como si nada. El pene de Daniel empezó a reaccionar, la erección ya se notaba a través del pantalón y Juan estaba empezando a excitarse tambien. Rápidamente, sin darle tiempo a reaccionar, le sacó el pene del pantalón y se lo metió en la boca. Chupaba lentamente, no quería que se corriera, sólo quería excitarle.
Siguió mamandole durante unos minutos, pero siempre con mesura, pasando su lengua alrededor de su glande una y otra vez, sin acelerar el ritmo, sólo manteniendo su erección y su placer en el grado máximo sin llegar a consumarse.
-"¡Juan, nos vamos!"
El grito de la madre de Juan les devolvió a la realidad, rápidamente Daniel se escondío el pene en el pantalón y tuvo que taparse con un cojín para disimular su excitación. se despedío de los padres de Juan con un saludo, lógicamente sin levantarse del sillón. Juan los acompañó a la puerta y se despidió de ellos. Cuando se marcharon miró a través de la mirilla durante unos segundos y luego pasó el cerrojo de la puerta, quedando asi totalmente protegidos de visitas inesperadas.
- Espérate un momento
- Dijo Juan dejándole solo
- Tengo que preparar algunas cosas.
El susto que paso Daniel había conseguido que su pene se relajara un poco, pero en su cerebro hervía más que nunca la pasion, deseando empezar ya con la "actividad" para la que había venido.
- ¡Ven a mi cuarto!
- Gritó al cabo de un minuto Juan.
Daniel se levanto de un salto y se quito los pantalones y la camiseta, quedándose sólo con los calcetines y las zapatillas de deporte. Pensando que le excitaría a Juan verle así, se dirigío a el cuarto.
- Estás muy bueno
- Dijo Juan observando su cuerpo
- Pero con esta ropa aún estarás mejor
- Y señaló lo que había preparado encima de la cama.
Daniel miro hacia la cama y vio dos medias blancas, unas braguitas y un sujetador, también blancos. Además había un consolador de color carne. Daniel se estremecío al ver aquello. Él nunca había pensado en vestirse con ropa de mujer. A él le gustaban las pollas, los tíos, y nunca había fantaseado con travestirse. Pero ni por un momento llego a plantearse el negarse a hacer lo que Juan le pedía; Primero, porque en ese momento le excitó la idea de vestirse de chica y segundo, porque, con tal de volver a notar el pene de Juan en su boca, hubiera hecho cualquier cosa que le hubiera pedido.
- Es todo de mi hermana
- Le explicó Juan.
- Yo me he follado muchas veces con su consolador, ella cree que no sé que lo tiene. Pero lo he usado infinidad de veces. Tendré que metértelo para agrandar tu ano. Pero de momento ponte esa ropa. Te espero en el salón.
Daniel se acerco a la cama y empezo a vestirse, se puso las medias que le llegaban hasta medio muslo, acomodo sus genitales lo mejor que pudo en las braguitas que apenas cubrían nada, tan sólo eran algo más grandes que un tanga, y finalmente se puso el sujetador. Daniel en su interior reconocia que mientras se vestía le excitaba enormemente lo que hacia, sobre todo cuando se miro en el espejo del armario: Parecía una auténtica chica. Él era alto y delgado y casi no tenía pelo por el cuerpo, el sujetador era bastante pequeño así que lo llenaba sin problemas. Cogío el consolador y empezo a chuparlo, mirando impresionado su reflejo en aquel espejo, parecía una auténtica chica chupando una polla: Se decia a si mismo estoy preciosa en tono burlesco.
Salío al salón andando lentamente, intentando feminizar al máximo sus movimientos. Se paseo disimuladamente por delante de Juan, adoptando poses insinuantes, excitándole con sus movimientos. Juan le miraba atónito, alucinado, sin pestañear siquiera, sin perder detalle de ninguna de sus provocaciones.
- Estás impresionante......
- Fueron las únicas palabras que pudo pronunciar.
Se levantó y se fue quitando la ropa hasta quedar totalmente desnudo. Luego cogió a Daniel de la mano y se lo llevó hasta su cuarto. Allí le tumbó en la cama de rodillas, dejando su cabeza pegada al colchón y su culo arriba. Durante un momento Juan se alejó de Daniel un par de metros y le observó durante unos segundos, recreándose la vista. Luego se acercó directamente a su culo y empezó a besar todo lo que asomaba de las braguitas. Esa era una sensación que Daniel ya había experimentado en su primer encuentro, sabía que le lamería por todas partes menos en el ano, para posteriormente centrarse sólo en su agujerito. Efectivamente, pasó su lengua por todo su culo, dejando para el final su orificio. Le apartó las bragas hacia un lado, sin sacárcelas, y empezó a lamer su ano con destreza, apretando su lengua simulando que le penetraba, para luego dar lametones por toda la zona. Daniel disfrutaba enormemente de esas caricias, a la cual le había aficionado Juan cuando se las había hecho por primera vez en las duchas del vestuario. Después de lubricarle con su saliva cogió el consolador y sin mediar palabra intentó metérselo. El culo de Daniel se resistía, hasta que de tanto apretar consiguió meter la punta y su ano se quejó con un dolor agudo que le obligó a gritar.
- ¡AHHHH!.........¡me duele!....... jilipollas me estas haciendo daño.
- Espera, perdona, lo siento decia Juan, con su voz entrecortada, pensaba que con la saliva habría bastante, pero hace falta un lubricante. Voy a buscar lo que yo siempre uso.
Juan salió un momento y volvió con un frasco de crema suavizante o algo así. Cogió un poco y untó el consolador a conciencia. Luego introdujo su dedo aún lubricado con la crema en el culo de Daniel. Apenas lo noto como entraba, no le dolía en absoluto, aquella crema era fantástica.
- ¿Mejor?
- Le preguntó Juan.
- Sí, ahora me gusta
- Respondío Daniel.
Sacó los dedos y apuntó de nuevo con el consolador hacia su culo. Empujó lentamente y sin ningún problema fue metiéndolo hasta el fondo. No le dolía, pero sí lo sentía, era realmente grande y le llenaba por completo.
- Ahora voy a abrirte el culo, para que te pueda entrar mi pene
- Y diciendo esto empezó a mover el consolador en sus entrañas.
Primero lentamente y progresivamente aumentando el ritmo, hasta que realmente parecía que le estuviera follando. Daniel disfrutaba de la situación, dejando que aquel artilugio expandiera su ano para recibir luego todo ese pene que le aguardaba. Le introdujo el consolador hasta el fondo y dejó de moverlo. Daniel levantó la cabeza y vio como Juan se untaba el pene con crema. Juan se acercó de nuevo y le sacó el consolador del culo. También le quitó las braguitas, dejando su culo totalmente desnudo. Se subió a la cama y se arrodilló detrás de Daniel. Apuntó con el pene a su ano, Daniel notaba como buscaba el agujero de entrada.
Por un momento se estremecío y penso.......por fin, mi culito virgen iba a ser estrenado por una auténtica polla....... Exclamo un mummmm....... de placer de solo pensarlo.
A pesar del considerable tamaño del pene de Juan, empezó a entrar sin ningún problema.
El consolador había hecho su trabajo y su ano se tragó enteramente aquel hermoso pene.
Lo noto caliente y duro en sus entrañas. Era una sensación fantástica.
Cuando una buena polla, te folla te sientes lleno, tranquilo, satisfecho, es difícil de entender para la gente que no lo ha probado.
Después de permanecer un rato dentro de él, inmóvil, empezó un bombeo rítmico y pausado.
La sacaba casi hasta la punta para luego volver a meterla de un golpe hasta el fondo. Progresivamente fue incrementando la velocidad de sus movimientos. Empezaba a moverse muy deprisa, casi a convulsiones. Sus huevos golpeaban fuertemente contra los de Daniel en cada embestida, su pene entraba salvajemente en las entrañas de Daniel, mientras Juan le agarraba fuertemente del culo, evitando que se saliese el pene en uno de sus bruscos movimientos.
De pronto su cuerpo se congestionó, todos sus músculos se tensaron y le agarró aún más fuerte. En su última embestida, apretó su polla hasta metérmela del todo y se dejó caer sobre la espalda de Daniel abrazándole por el tronco. Se movio muy lentamente 4 o 5 veces soltando un espeso chorro de leche caliente en sus entrañas. La sensación fue increíble para Daniel un enorme, fuerte y viril pene tomando tu cuerpo, pegado a tí sin poder separarse, notando su semen caliente recién exprimido en sus entrañas.
Cayeron los dos sobre la cama, con el pene aún dentro de Daniel.
Daniel pensaba que Juan estaría rendido, después del esfuerzo que había hecho, pero se irguió inmediatamente.
-Tómame, vamos, fóllame tú tambien le dijo Juan
-Poniéndose de rodillas sobre la cama y abriéndose el culo con ambas manos.
-Me muero por tener una auténtica polla dentro de mí, le decia Juan.
Daniel no se lo penso dos veces, se quito el sujetador y se unto la polla con crema y cogío el consolador para lubricarlo.
-No necesito el consolador, lo he usado muchas veces antes y ya tengo el culo a punto, le dijo Juan.
Daniel dejo el consolador y se abalanzo sobre el culo de Juan.
Efectivamente, su pene entró sin ningún problema en aquel acostumbrado agujero.
Daniel hizo lo que Juan había hecho él, entrando poco a poco y metiéndola hasta el fondo.
-¡Vamos!..... Muévete, poséeme, fóllame, le decia Juan, quiero sentir como me rompes el culo putita mía......
- Gritaba Juan fuera de sí, como poseído.
Daniel empezo a culiarle con fuerza. Se movía furiosamente dentro de su ano, empujando a un ritmo regular, golpeando contra sus nalgas en cada sacudida.
Juan gritaba entrecortadamente en cada embestida y Daniel me moría de placer sintiendo como todo su pene era tragado por ese culo.
Entonces levanto la vista y observo sus imagenes reflejadas en el espejo.
Era una visión fantástica, hipnotizante. Dos chicos jóvenes, uno recostado de rodillas sobre la cama con el culo ofrecido y el otro, sólo vestido con unas medias blancas, apoyado sobre él penetrándole salvajemente. Esta visión celestial acabó con todo el aguante de Daniel y de un soberbio empujón que casi tiró al suelo a su amante, entro del todo en aquel culo para correrse en lo más profundo de él. Su chorro fue abundante y estubo corriéndose durante más de 30 segundos, sin dejar de empujar durante todo ese tiempo, sobre el cuerpo aprisionado de Juan, cuyas piernas no habían resistido la embestida y estaba totalmente estirado sobre la cama. Poco a poco la energía de Daniel que parecía infinita fue apaciguándose y salío del placentero culo de su amante, que giró su cuerpo hacia él con una sonrisa de extrema felicidad dibujada en su cara. Al girarse Juan, Daniel vio que el pene de su amante presentaba una erección considerable, casi instintivamente acerco su cara al pene de Juan y se lo metío en la boca. Le encantaba aquel pene y ese día aún no lo había probado. Lo chupo con insistencia, como podía hacerlo en esos momentos de confusión mental. Juan se corrió tranquilamente, sin convulsiones, con un ligero giro de cuello hacia atras y un gritito casi inaudible.
Eso fue una bonita guinda en aquella noche de pasión en la que Daniel y Juan se entregaron el uno al otro mutuamente
La relación entre Daniel y Juan fue muy intensa, tanto ese fin de semana como durante todo aquel verano. Aprendiron juntos los secretos del sexo en apenas unos meses, hicieron todo lo que dos hombres jovenes pueden hacer.
Poco a poco, fueron perdiendo el pudor a que su relación fuera descubierta, e incluso se la chupában en algunos parques o callejones oscuros.
Su relación terminó bruscamente al final de ese verano cuando elegiron universidades de ciudades diferentes.
Aunque volverían a encontrarse algunos años después para protagonizar un corto pero intenso e increíble "affaire" entre los dos.
Pero eso es otra historia amigos.................
JOHNNY
lunes, 14 de julio de 2008
viernes, 11 de julio de 2008
LA AVENTURA DE ALBERTO
LA AVENTURA DE ALBERTO
Os contaré una historia que le sucedio a uno de mis mejores amigos de la adolecencia, eramos inseparables y siempre nos contabamos todo lo que nos pasaba, nuestras fantasias y tambien nuestros ligues, los dos eramos mariquitas por supuesto y muy buenos amigos, aunque nos gustaba disimularlo para evitar las burlas de los demas, aunque para ser sinceros a mi amigo se le notaba mucho la pluma, en fin esta es la anecdota que le sucedio a Alberto, se las contare tal y como el me describio los hechos.
Mi amigo Alberto tenia en ese entonces 16 años. Estabamos en uno de los mejores institutos de la ciudad y aunque hacia un par de años habia descubierto su auténtica sexualidad, hasta ahora solo se había hecho algunas pajas con revistas de tios en pelotas, pero la verdad es que no le producían un gran placer que digamos. Sin embargo, un mes despues de cumplir los 16, Alberto me comento que se encontraba ultimamente muy excitado y que le gustaria estar con alguien pero que no encontraba la persona para ello, ninguno de nosotros dos hubieramos pensado que aquella tarde en los baños del instituto, dentro de uno de los reservados, Alberto encontraria lo que estaba esperando con tantas ansias y ganas.
Alberto estaba en uno de los servicios cuando escucho algo raro en el compartimento de al lado. Parecía como si alguien chupara algo; bueno, él supuso que un compañero estaba comiéndose un chupa chus. Pero el caso es, que empezo a oir una voz, muy baja, casi un susurro, que decía "Así, así, muy bien, chúpala así, no pares". Se quedo intrigadísimo, porque además enseguida reconocío la voz, que era la del profesor de gimnasia, un hombre como de 25 años que había llegado ese año nuevo al instituto. Era alto y espigado, guapo, y era sabido que las chicas del instituto estaban coladitas por él, y no solo las chicas, mi amigo y yo tambien ya habiamos comentado lo bueno que estaba el profe de gimnasia, pero solo eran fantasias nuestras el pensar que ese tio se interesaria en dos mariquitas de instituto. En fin volviendo al servicio donde estaba Alberto, cuando el reconocio al voz del profe lo primero que se le ocurrió era que el profe estaba a un metro de él, tras la pared, con una de las alumnas que se había rendido a sus pies (nunca mejor dicho......). Pero le extraño que hubiera escogido los servicios de hombres. Bueno, pues el caso es que enseguida el profesor elevó un poco sus jadeos, aunque se notaba que se los aguantaba como podía, y poco después le escucho decir: "Me ha gustado muchísimo, lo repetiremos cuando tú quieras". Unos momentos después se abrió la puerta del servicio donde estaba el profesor y su acompañante, y Alberto, lleno de curiosidad, se asomo por encima de la puerta.
Y, en efecto, era el profesor de gimnasia, pero la chica resultó ser un chico, concretamente Eugenio, no era uno de los mejores estudiantes de mi clase, pero si era excelente compañero y muy gracioso, tenia un talento extraordinario para imitar a la gente que era envidiable, era el que nos hacia reir cuando teniamos horas libres o no iba algun profe a dar clases, Eugenio es moreno y bastante guapo. Alberto al ver a Eugenio con el profe de gimnasia, le falto poco para caerse de espaldas._ El corazón empezó a latirme con fuerza..... me decia Alberto, y no te estoy mintiendo, pero se me puso la polla dura como una piedra....._ me decia.
Y, en efecto, era el profesor de gimnasia, pero la chica resultó ser un chico, concretamente Eugenio, no era uno de los mejores estudiantes de mi clase, pero si era excelente compañero y muy gracioso, tenia un talento extraordinario para imitar a la gente que era envidiable, era el que nos hacia reir cuando teniamos horas libres o no iba algun profe a dar clases, Eugenio es moreno y bastante guapo. Alberto al ver a Eugenio con el profe de gimnasia, le falto poco para caerse de espaldas._ El corazón empezó a latirme con fuerza..... me decia Alberto, y no te estoy mintiendo, pero se me puso la polla dura como una piedra....._ me decia.
El caso es que Alberto estaba tan excitado que se hizo una paja, dice él que fue la mejor que se había hecho nunca, imaginando aquel chico moreno con su boca en la polla del profe de gimnasia.
A partir de ese día Alberto se dedico a vigilarlos a los dos. ( Por cierto a estas alturas el muy cabron todabia no me habia contado todo lo que habia visto, y se lo tenia muy guardado lo de Eugenio y el profe, el muy picaro ). Se dio cuenta entonces de cosas tales como que en la clase de gimnasia el profe aprovechaba cualquier ocasión para darnos una palmada en el culo a los chicos, como apoyándonos cuando hacíamos algo bien o para comfortarnos cuando nos salía mal ( A mi me dio muchas de esas palmaditas). Con Eugenio la cosa era casi descarada, si uno sabía, lo que Alberto sabía, siempre lo utilizaba a él para hacer el ejemplo del ejercicio que fuera, y se ponía detrás para corregirle la posición, y Alberto se daba cuenta de que se le pegaba al culo y le refregaba disimuladamente la polla por las nalgas..... Todo esto ponía cachondo a Alberto, y en cuanto podía se iba al servicio a hacerse una paja. El caso es que un día, tras la clase, estábamos en las duchas; casi todos habían terminado, pero Alberto se hizo el remolón porque no quería perder de vista a Eugenio, que también se demoraba mucho. El caso es que llegó el momento en que todos habíamos salido menos Eugenio y Alberto, y entonces entró el profesor. Cuando vio a Alberto pareció que se le torcía la cara, pero pronto cambio la expresión de su cara, y dijo: ¿Qué pasa, Alberto? Hoy te estás quedando el último.
Alberto miro a Eugenio, a modo de respuesta, y dijo: _Si, bueno, pero Eugenio siempre es el último_ .....ya sabes que es muy coqueto_dijo sonriendo el profe_.
Total, que no tuvo más remedio que terminar. Sin embargo, a posta dejo en el vestuario sus botas de deporte. Y salío, despidiéndose de los dos, y al traspasar la puerta se quedo junto a una pared desde la que no me podía verles. No le llegaba ruido alguno de los vestuarios, pero eso mismo resultaba bastante sospechoso e inquietante, segun me decia Alberto. Espero cinco minutos, y, por fin, con el corazón casi saliéndosele por la boca y la polla dura como una roca, empezo a asomarme con cuidado. No se veía a nadie en el vestuario, pero él estaba seguro que estaban allí. Entro con suma cautela, sabiendo que tenía la excusa de las botas "olvidadas". Pero en el vestuario no había nadie, en efecto. Sin embargo, se oía ruido de agua cayendo en la zona de duchas, y hacia allí se encamino con sumo cuidado. La zona de duchas es una pared en la que hay una serie de grifos tipo alcachofa, y los correspondientes platos de ducha. Tiene una pared a cada lado de la zona, así que él miro, con sumo cuidado, desde una de estas paredes. El espectáculo que vio, le dejó boquiabierto, Eugenio y el profesor estaban totalmente desnudos bajo la ducha, y el hombre se la estaba metiendo por el culo, mientras Eugenio, doblado sobre la cintura, se pegaba constantemente al pene de su maestro; desde su posición Alberto podía ver perfectamente el pene del profe entrando y saliendo entre las nalgas de Eugenio. Era un pene de exposición, enorme, como los que se veían en las revistas guarras que Alberto y yo habiamos visto.
A partir de ese día Alberto se dedico a vigilarlos a los dos. ( Por cierto a estas alturas el muy cabron todabia no me habia contado todo lo que habia visto, y se lo tenia muy guardado lo de Eugenio y el profe, el muy picaro ). Se dio cuenta entonces de cosas tales como que en la clase de gimnasia el profe aprovechaba cualquier ocasión para darnos una palmada en el culo a los chicos, como apoyándonos cuando hacíamos algo bien o para comfortarnos cuando nos salía mal ( A mi me dio muchas de esas palmaditas). Con Eugenio la cosa era casi descarada, si uno sabía, lo que Alberto sabía, siempre lo utilizaba a él para hacer el ejemplo del ejercicio que fuera, y se ponía detrás para corregirle la posición, y Alberto se daba cuenta de que se le pegaba al culo y le refregaba disimuladamente la polla por las nalgas..... Todo esto ponía cachondo a Alberto, y en cuanto podía se iba al servicio a hacerse una paja. El caso es que un día, tras la clase, estábamos en las duchas; casi todos habían terminado, pero Alberto se hizo el remolón porque no quería perder de vista a Eugenio, que también se demoraba mucho. El caso es que llegó el momento en que todos habíamos salido menos Eugenio y Alberto, y entonces entró el profesor. Cuando vio a Alberto pareció que se le torcía la cara, pero pronto cambio la expresión de su cara, y dijo: ¿Qué pasa, Alberto? Hoy te estás quedando el último.
Alberto miro a Eugenio, a modo de respuesta, y dijo: _Si, bueno, pero Eugenio siempre es el último_ .....ya sabes que es muy coqueto_dijo sonriendo el profe_.
Total, que no tuvo más remedio que terminar. Sin embargo, a posta dejo en el vestuario sus botas de deporte. Y salío, despidiéndose de los dos, y al traspasar la puerta se quedo junto a una pared desde la que no me podía verles. No le llegaba ruido alguno de los vestuarios, pero eso mismo resultaba bastante sospechoso e inquietante, segun me decia Alberto. Espero cinco minutos, y, por fin, con el corazón casi saliéndosele por la boca y la polla dura como una roca, empezo a asomarme con cuidado. No se veía a nadie en el vestuario, pero él estaba seguro que estaban allí. Entro con suma cautela, sabiendo que tenía la excusa de las botas "olvidadas". Pero en el vestuario no había nadie, en efecto. Sin embargo, se oía ruido de agua cayendo en la zona de duchas, y hacia allí se encamino con sumo cuidado. La zona de duchas es una pared en la que hay una serie de grifos tipo alcachofa, y los correspondientes platos de ducha. Tiene una pared a cada lado de la zona, así que él miro, con sumo cuidado, desde una de estas paredes. El espectáculo que vio, le dejó boquiabierto, Eugenio y el profesor estaban totalmente desnudos bajo la ducha, y el hombre se la estaba metiendo por el culo, mientras Eugenio, doblado sobre la cintura, se pegaba constantemente al pene de su maestro; desde su posición Alberto podía ver perfectamente el pene del profe entrando y saliendo entre las nalgas de Eugenio. Era un pene de exposición, enorme, como los que se veían en las revistas guarras que Alberto y yo habiamos visto.
Alberto se fijo que Eugenio tenía los ojos cerrados y que se pasaba una y otra vez la lengua por los labios. El profe estaba a lo suyo, enterrando su pene en aquel culo juvenil, sobándolo con sus manos, agarrando a Eugenio por la cintura y atrayéndolo lujuriosamente hacia él.
Alberto no pudo contenerse y se saco su pene del pantalon. Empezo a hacerse una paja, y él mismo cerro también los ojos para concentrarse mejor; imaginaba que aquel pene enorme le estaba entrado por su virginal culito, y tal vez en esa fantasía descuido un tanto sus defensas. El caso es que, según él, sin darse cuenta después, había sacado medio cuerpo desde su escondite, confiado en que los amantes estaban en lo suyo. El caso es que, mientras estaba pajeándose, de repente se encontro con que una mano le agarraba del brazo; abrío los ojos, y para su sorpresa era el profe, chorreando agua, desnudo y con la polla tiesa ante él. En su cara había miedo, pero también ira; no sabía qué iba a pasar, ni Alberto tampoco.
Alberto no pudo contenerse y se saco su pene del pantalon. Empezo a hacerse una paja, y él mismo cerro también los ojos para concentrarse mejor; imaginaba que aquel pene enorme le estaba entrado por su virginal culito, y tal vez en esa fantasía descuido un tanto sus defensas. El caso es que, según él, sin darse cuenta después, había sacado medio cuerpo desde su escondite, confiado en que los amantes estaban en lo suyo. El caso es que, mientras estaba pajeándose, de repente se encontro con que una mano le agarraba del brazo; abrío los ojos, y para su sorpresa era el profe, chorreando agua, desnudo y con la polla tiesa ante él. En su cara había miedo, pero también ira; no sabía qué iba a pasar, ni Alberto tampoco.
Alberto me confeso, que en ese momento estaba aterrorizado y confundido. Pero derrepente se acercó Eugenio y, con toda la naturalidad del mundo, se agachó delante de Alberto y se metió su pene en su boca. Aquello fue mano de santo. El profe le soltó enseguida, cuando vio que Alberto no oponía resistencia, a Alberto se le fue el miedo en un santiamén. Sentir aquella boca adolescente chupándole el pene fue algo que le desinhibió totalmente. El profe les contempló un momento, y después, viendo que Eugenio se movia ostentosamente, se colocó tras él y le volvió a penetrar su pene entre las nalgas. Eugenio, se tragaba el pene de Alberto hasta la empuñadura en cada envestida que le pegaba por detrás el profesor, Alberto aprovechó para irse quitando el pantalón y los zapatos, y se quito la camisa que llevaba puesta.
Ya estaban los tres desnudos. Eugenio dejó por un momento de chupársela y le dio un beso de tornillo a Alberto de los que se ven en las películas, aquella lengua juvenil dentro de su boca hizo que su pene diera un respingon.
Los dos, Eugenio y el profe, le llevaron casi en volandas debajo de las duchas. Las abrieron, y entonces Eugenio le condujo suavemente hasta delante del profe, que le miraba con una sonrisa y una ansiedad extraordinarias; Eugenio le obligó, suavemente, a agacharse, y Alberto quedo a diez centímetros de aquella excepcional herramienta de carne. Alberto pudo entonces contemplar la hermosura del pene del profesor, un enorme mástil de carne brillante y suave, surcado por potentes venas que le conferían una gran sensación de fuerza y virilidad. El glande, rosado y rezumante de líquidos, parecía estar llamándole. Alberto cerro los ojos y abrío la boca, como llevado por un impulso. De inmediato sentío como se le llenaba aquel escaso recinto bucal con una gran masa de carne caliente y palpitante, que amenazó enseguida con ahogarle. Respiro por la nariz y abrío los ojos, el panorama era impresionante. Delante de él veía aquel pene enorme semienterrado en su boca, alejándose y acercándose conforme le follaba oralmente.
Eugenio, detrás de él, no perdía el tiempo. Colocó su cara entre sus nalgas, y pronto sentío un lengüetazo húmedo y superexcitante en el agujero de su culo. Sentío como un latigazo de placer le retorcía; se dío cuenta entonces que aquella lengua, que exploraba su agujero más íntimo, parecía permitirle tragar más polla por la boca; parecía como si a cada lamida de Eugenio en el interior de su agujero le permitía abrir un poco más su boca. El caso es que, entre oleadas de placer que le subían desde el culo, en cada lametón, la polla del profe progresaba en su boca. Alberto noto entonces que el glande había traspasado la campanilla, y se esforzaba por engullir más y más aquella masa de carne palpitante; el profe se dio cuenta de su gula, pues sus gemidos se hacían cada vez más altos. No tardo mucho en sepultar totalmente aquel pene de exposición en su minúscula boca, mientras Eugenio, sin desmayo, proseguía lamiéndole cada vez más profundamente en el agujero oscuro de su culo.
Sin embargo, de repente el profesor le sacó la polla de la boca; se alejó un poco y Alberto lo seguío con la boca abierta y la lengua totalmente fuera, deseoso de que se la volviera a meter en su boca.
_Espera, Alberto, que esto también te va a gustar.....le dijo el profe, guiñandole un ojo a Eugenio_.Y vio como entre ambos le daban la vuelta, colocándole al contrario de cómo estaban antes, ahora tenía delante de él la hermosa y juvenil polla de Eugenio, más pequeña que la del profe pero también bonita y bien proporcionada. Alberto no se lo penso dos veces y la engullo con gula. Era deliciosa, segun él, como un caramelo dulce, como un chupa chus exquisito. Por detrás noto cómo el profesor le metía un dedo por el culo, con facilidad porque la lengua de Eugenio le había relajado el esfínter totalmente. Metió un segundo dedo y le costó algo más. El tercero fue más difícil, pero finalmente entró, le folló entonces con los tres dedos, y aquello era el nirvana para Alberto. Los sacó de repente los tres y se quedo como huérfano; si no hubiera tenido la boca llena con el pene de Eugenio. Pero entonces noto otra cosa apoyada en el umbral de su agujero. Era algo grande, caliente y duro, y enseguida supo que iba a conocer el placer. El profe le metió de un solo golpe su enorme polla, y Alberto sentío como si le abrieran en canal por detrás; sin embargo, al tiempo de sentir ese dolor, le recorrió por todo el cuerpo un placer inanarrable, como un estremecimiento, un escalofrío que le puso los vellos de punta. El profesor comenzó un mete y saca, le follaba sin compasión, Alberto notaba como entraba en sus entrañas aquella cuarta larga de polla, grande y gorda. Coloco su mano hacia atrás y la toco, y sentío un placer añadido al notar cómo aquel inmenso pene se introducía, contra toda razón física, en el pequeño agujero virginal de su culo.
Por delante Eugenio empezó a jadear como un condenado y de repente, Alberto noto un fogonazo de leche en su boca. Estaba tan excitado que no lo penso ni un segundo y empezo a tragarse el semen, aunque enseguida reparo en que sabía muy bien. Casi simultáneamente, el profesor también empezó a elevar sus jadeos y sentío dentro de su culo los fogonazos de leche que le largaba su tremendo pene. Cuando lo saco, aún le quedaban ganas de aquel pene de exposición y se lo lamío, recuperando la leche sobrante. Mientras Alberto se la chupaba al profe, Eugenio se agachó detras de él y le metió la lengua en el culo, lamiendo allí la leche que el profe le había soltado dentro.
Desde entonces Eugenio paso a ser uno de nuestros mejores amigos, y raro era el día que no montaramos un "numerito" en clase, Eugenio con sus imitaciones y nosotros descojonandonos de la risa. A todas estas Alberto al final me conto todo lo que habia hecho con el profe y con Eugenio, yo me quede muy sorprendido por la extraordinaria experiencia que mi amigo habia tenido, y por supuesto llegue a envidiarle un pocoquito, aunque la envidia me duro poco, ya que yo tambien logre disfrutar del profe de otra manera distinta pero tambien muy placentera, pero eso es otra historia que contare despues.
Eugenio, detrás de él, no perdía el tiempo. Colocó su cara entre sus nalgas, y pronto sentío un lengüetazo húmedo y superexcitante en el agujero de su culo. Sentío como un latigazo de placer le retorcía; se dío cuenta entonces que aquella lengua, que exploraba su agujero más íntimo, parecía permitirle tragar más polla por la boca; parecía como si a cada lamida de Eugenio en el interior de su agujero le permitía abrir un poco más su boca. El caso es que, entre oleadas de placer que le subían desde el culo, en cada lametón, la polla del profe progresaba en su boca. Alberto noto entonces que el glande había traspasado la campanilla, y se esforzaba por engullir más y más aquella masa de carne palpitante; el profe se dio cuenta de su gula, pues sus gemidos se hacían cada vez más altos. No tardo mucho en sepultar totalmente aquel pene de exposición en su minúscula boca, mientras Eugenio, sin desmayo, proseguía lamiéndole cada vez más profundamente en el agujero oscuro de su culo.
Sin embargo, de repente el profesor le sacó la polla de la boca; se alejó un poco y Alberto lo seguío con la boca abierta y la lengua totalmente fuera, deseoso de que se la volviera a meter en su boca.
_Espera, Alberto, que esto también te va a gustar.....le dijo el profe, guiñandole un ojo a Eugenio_.Y vio como entre ambos le daban la vuelta, colocándole al contrario de cómo estaban antes, ahora tenía delante de él la hermosa y juvenil polla de Eugenio, más pequeña que la del profe pero también bonita y bien proporcionada. Alberto no se lo penso dos veces y la engullo con gula. Era deliciosa, segun él, como un caramelo dulce, como un chupa chus exquisito. Por detrás noto cómo el profesor le metía un dedo por el culo, con facilidad porque la lengua de Eugenio le había relajado el esfínter totalmente. Metió un segundo dedo y le costó algo más. El tercero fue más difícil, pero finalmente entró, le folló entonces con los tres dedos, y aquello era el nirvana para Alberto. Los sacó de repente los tres y se quedo como huérfano; si no hubiera tenido la boca llena con el pene de Eugenio. Pero entonces noto otra cosa apoyada en el umbral de su agujero. Era algo grande, caliente y duro, y enseguida supo que iba a conocer el placer. El profe le metió de un solo golpe su enorme polla, y Alberto sentío como si le abrieran en canal por detrás; sin embargo, al tiempo de sentir ese dolor, le recorrió por todo el cuerpo un placer inanarrable, como un estremecimiento, un escalofrío que le puso los vellos de punta. El profesor comenzó un mete y saca, le follaba sin compasión, Alberto notaba como entraba en sus entrañas aquella cuarta larga de polla, grande y gorda. Coloco su mano hacia atrás y la toco, y sentío un placer añadido al notar cómo aquel inmenso pene se introducía, contra toda razón física, en el pequeño agujero virginal de su culo.
Por delante Eugenio empezó a jadear como un condenado y de repente, Alberto noto un fogonazo de leche en su boca. Estaba tan excitado que no lo penso ni un segundo y empezo a tragarse el semen, aunque enseguida reparo en que sabía muy bien. Casi simultáneamente, el profesor también empezó a elevar sus jadeos y sentío dentro de su culo los fogonazos de leche que le largaba su tremendo pene. Cuando lo saco, aún le quedaban ganas de aquel pene de exposición y se lo lamío, recuperando la leche sobrante. Mientras Alberto se la chupaba al profe, Eugenio se agachó detras de él y le metió la lengua en el culo, lamiendo allí la leche que el profe le había soltado dentro.
Desde entonces Eugenio paso a ser uno de nuestros mejores amigos, y raro era el día que no montaramos un "numerito" en clase, Eugenio con sus imitaciones y nosotros descojonandonos de la risa. A todas estas Alberto al final me conto todo lo que habia hecho con el profe y con Eugenio, yo me quede muy sorprendido por la extraordinaria experiencia que mi amigo habia tenido, y por supuesto llegue a envidiarle un pocoquito, aunque la envidia me duro poco, ya que yo tambien logre disfrutar del profe de otra manera distinta pero tambien muy placentera, pero eso es otra historia que contare despues.
Asi que Alberto, Eugenio y yo fuimos casi inseparables en el instituto, yo les ayudaba con sus deberes en casa, y haciamos algo más que estudiar; y el profe de gimnasia, por desgracia fue trasladado al año siguiente, pero ese año mis amigos y yo sacamos matrícula de honor......
JOHNNY
miércoles, 9 de julio de 2008
AVENTURA EN EL HOSPITAL
AVENTURA EN EL HOSPITAL
Aquella noche cuando cenaba en el hospital, no pensé lo excitante que esta sería.
Como de costumbre eran las 08:00 de la noche cuando ingrese a la fila del restaurante del hospital, en la cabeza de la fila se encontraba él, con cuerpo atlético y una hermosa cara, además de una encantadora sonrisa, lo mire de pies a cabeza y me encanto, el me miro y se sonrió, yo no pude evitar el sonrojarme, y a la vez sentirme un poco incomodo, así que correspondí a su sonrisa con una mía. Pago su comida y se sentó en las mesas de la cafetería, yo no lo dude ni un momento y me senté en la mesa que estaba al frente de él, empezó a comer lentamente, bocado a bocado sin dejar de mirarme, bebía con sensualidad la botella de refresco que tenia en la mano, y yo como un idiota no dejaba de mirarlo con entusiasmo. De pronto se levanto de su mesa y se dirigió a la mía, me pregunto que si yo trabajaba en el hospital....a lo que yo le respondí que si....que trabajaba en el otro edificio del hospital, yo le pregunte lo mismo y me dijo que si, que era fisioterapeuta, continuamos charlando durante un buen rato sin dejar de mirarnos y de sonreír el uno al otro. Cuando terminamos la cena le invite a que me acompañara al consultorio de enfermería. Una ves allí yo aproveche un pretexto para decirle que yo también sabía realizar masajes, a lo cual el respondió con una caricia a lo largo de mi cuello y espalda con unas manos tan suaves que yo comencé a calentarme y excitarme rápidamente, Gabriel, que a si se llamaba, le insinué que se quitara la camisa y soltara un poco más sus pantalones para poder masajear mejor, así lo hizo.... Empecé a resbalar mis manos hasta sus nalgas a lo cual el repondío con una exclamación de placer y gozo, se calentaba y excitaba cada vez más y más, sus nalgas apretaban y soltaban y su pene se comenzaba a poner duro como una roca, yo le convide a bajar un poco más sus pantalones y ropa interior.... y crean me el calentón que teníamos era extremo.... Luego le dije que habían puntos de tensión que tenían que ser controlados y él sintió cuando mi mano se deslizo entre sus nalgas y toque su punto perineal, lo presione suavemente, él pregunto si había otro punto y yo respondí que si, y acerque mis dedos a su ano el cual ya estaba mas que dilatado de lo caliente y excitado que estaba.
Allí yo le insinué que este punto estaba hacia el interior de su ano, que estaba caliente, él me exclamo que se lo enseñara, que él no tenia ningún problema, le introduje mi dedo con mucho cuidado pero con gran firmeza....Él por dentro pensaba que quería mi pene entro de él.
Luego le dije que se quitara la ropa que le masajearía todo su cuerpo, él lo hizo de forma inmediata y se puso mas cómodo, se quito toda la ropa y zapatos, se acostó de pecho contra la colchoneta de la camilla de enfermería, giro su cabeza y observo como mi enorme y viril pene salia de mi bata de enfermero, él se giro y lo tomo con sus manos lo llevo a su boca para chuparse mi gran miembro. Estubo así un largo rato, yo sentía como lo introducía hasta el fondo de su garganta mientras con una mano acariciaba mis testículos y con la otra mis nalgas, lo introducía y lo sacaba con gran avidez, la sensación de placer era genial y super excitante.
Posteriormente se puso como los morteros, en cuatro patas, y me pidió que le penetrara, yo lo hice con una suavidad y una locura inmensa, él se sentía reventar con mi pene dentro de su culo, gemía de placer, estuvimos así por largo rato, sus exclamaciones de placer eran cada vez mas intensas, luego se volteo y tomo mi pene de nuevo y comenzó a chuparlo intensa y fuertemente hasta que estaba a punto de correrme, él noto mi grado de excitación y sin mas dilación hizo que me corriera en su pecho y depositara mi leche en él. Luego me puse de rodillas y era yo quien se lo chupaba con intensidad, estaba tan excitado que no tardo en ser él quien se corría sobre mi pecho y me bañaba con su leche. Esa noche fue espectacular, nos besamos por otro lapso de tiempo y después de ducharnos salimos a la cafetería donde todo había comenzado.
Quien me hubiera dicho a mi que aquella fría noche de primavera la pasaría tan bien.
JOHNNY
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