Daniel era un chico de instituto, bastante tímido, con una gran imaginación y una pasión secreta que llevaba por dentro, en sus fantasías mas intimas soñaba con poseer todos los penes de sus compañeros de clase, le encantaban las buenas pollas. Siempre le han gustado. Incluso a llegado a creer que no le gustan los hombres, simplemente le atraen sus penes. Esta fascinación ha existido en él desde siempre. Recuerda como aún siendo muy niño se fijaba en los pequeños penes de sus compañeros de colegio en el vestuario y luego, ya en la pubertad, tenía verdaderos problemas para disimular la excitación que le producían aquellos juveniles penes expuestos a su vista sin ninguna vergüenza.
Justamente fue en un vestuario donde sus fantasías más intimas, dieron rinda suelta a su imaginación, chupando por primera vez un pene. Tenía 16 años y jugaba en un equipo de fútbol. Después de cada entrenamiento, se duchában todos en una hilera de duchas comunes, sin una simple cortina que los separara. Él siempre se duchaba el último y así disfrutaba de la visión de cada una de aquellas pollas mojadas pasando ante su atenta mirada, a veces su excitación era tan evidente que tenía que irse sin ducharse, argumentando una supuesta prisa inexistente; Otras veces corría al lavabo a masturbarse como un poseso para intentar aliviar su calor interno. Siempre temía que algún compañero del equipo descubriera su extraño comportamiento, algún signo de su atracción hacia ellos, pero, aunque a veces sus miradas eran bastante obvias, nunca había pasado nada.
Hasta que un día Juan, el portero del equipo, empezó a comportarse de un modo extraño: Insistía en ser el último en ducharse o se paseaba desnudo más tiempo de lo habitual, adoptando poses inusuales en el vestuario (se sentaba abriendo mucho sus piernas mostrando exageradamente su pene y sus testículos o se secaba sus genitales pasando la toalla una y otra vez con extraña insistencia). El resultado de su actitud fue que siempre se quedaban Daniel y Juan los últimos, normalmente solos en el vestuario. Aún así, su relación fue perfectamente normal durante unas tres semanas más, se duchában (a veces al mismo tiempo), hablában un poco y cada uno a su casa. Juan seguía con sus poses provocativas, pero jamás hacía referencia a las miradas de Daniel hacia los otros chicos, si es que se había dado cuenta. Daniel se quedaba encantado mirando ese pene, aunque disimulaba lo más que podía, ya que al estar solos sus miradas eran mucho más obvias. Así que, Juan era el que se duchaba el último y a Daniel no le importaba, ya que además del desfile de penes habitual, tenía un "fin de fiesta", con uno para él sólo.
Daniel solía secarse lentamente para hacer tiempo, esperando a que Juan saliera de la ducha, hasta que un día ocurrió algo impredecible: ¡Juan no salía de la ducha! Daniel se estaba impacientando, poco a poco todos se iban marchando y Juan seguía en remojo, llevaba más de 20 minutos bajo el agua, cuando se despidió del último compañero y se quedo solo, decidió vestirse y marcharse porque pensó que ese día no habría espectáculo. Sólo entonces, Juan salió totalmente desnudo y con su enorme miembro erecto en la mano.
- Por fin se han ido todos.
- Dijo.
Por un momento se quedaron los dos parados, algo confusos, quizás esperando a ver la actitud del otro. No se movieron ni hablaron, pero los ojos de Daniel, abiertos como platos, se fueron directamente a ese pene. Entonces Juan rompió el silencio.
- Crees que no me he dado cuenta de cómo miras nuestras pollas - dijo entrecortadamente - estoy seguro de que te van los tíos, ¿verdad? - le pregunto mirando fijamente a la cara de Daniel, este nervioso y confundido le respondido entre susurros: Si siii sisisii......., atónito y sorprendido casi sin pensar lo que decía.
Juan sin dejar de mirarle le dice: Ven, acércate, toca mi polla.
Daniel fue hacia él algo temeroso, había soñado mil veces con una situación como aquella, pero en ese momento le había pillado totalmente por sorpresa y no sabía como reaccionar. Juan agarró la mano Daniel y la llevó hasta su pene. Era una delicia, caliente y dura, y al tocarla, todo el hambre de polla que Daniel había acumulado durante años, explotó en él con un escalofrío placentero que recorrió su cuerpo de la cabeza a los pies. Instintivamente, cerró los ojos y, poniéndose en cuclillas, se metió ese enorme pene en la boca. ¡Oh Dios mio! ¡Tanto tiempo esperando ese momento! ¡Qué delicia! Saboreaba aquel pene chupándolo con ganas, como había visto hacer en tantos vídeos y revistas. Con sus dos manos agarró los glúteos de Juan empujando su cuerpo hacia él para que su miembro penetrara hasta sus entrañas. Extasiado y algo atolondrado, estubo chupando sin descanso durante un tiempo que no puedo determinar (segundos, minutos, quizás más...), hasta que una voz le despertó del trance.
- Espera, aquí no, puede vernos alguien, vámonos a las duchas.
- Le dijo Juan.
Daniel se aparto de aquel miembro exuberante y marcho rápidamente hacia las duchas mirando el cuerpo de Juan, de forma diferente, ahora ya no era un escaparate inalcanzable y lejano, sino un cuerpo real, con un pene real que él se había tragado y que volvería a tragarse. Sólo en ese momento fue consciente de que su pene estaba totalmente erecto, más caliente que nunca a causa de la excitante situación que había vivido. Protegidos por la pared de las duchas, se miraron nerviosamente por un momento. Juan cogió el pene de Daniel entre sus manos y empezó a masturbarle suavemente. Él cerró los ojos y se apoyó contra la fría pared, dejando que que las manos de Juan exploraran todos sus rincones secretos y más intimos. Manoseando su pene, masajeando sus testículos e incluso frotando sus dedos contra su ano, sin llegar a penetrarlo. Se notaba que, al igual que él, tampoco tenía experiencia, aunque también acumulaba años de excitación no satisfecha.
- Túmbate en el suelo.
- Le dijo casi gritando de nerviosismo.
- He soñado con hacer esto durante años.
Daniel se tumbó en el suelo, con su pene apuntando hacia el cielo y Juan le abrió las piernas y se abalanzó sobre el engulliéndolo entero. Chupaba deprisa subiendo y bajando su cabeza a un ritmo infernal, pasando la lengua por su glande para después meterse de nuevo su polla hasta la garganta. Daniel estaba excitadísimo, desprendía fuego por todos los poros, a punto de explotar regalándole toda su leche y cuando más necesitaba que su boca siguiera envolviendo su pene, Juan le abandonó súbitamente para lanzarse de inmediato sobre sus hinchados testículos. Los lamia con su lengua sin metérselos en la boca en ningún momento, sólo pasaba su lengua una y otra vez por ellos entreteniéndose en cada recoveco, dejándolos totalmente húmedos de saliva. Puntualmente volvía a su pene y le obsequiaba con algún lametón para regresar inmediatamente a sus testículos. Daniel comprendió que estaba siguiendo un ritual, soñado, pensado y meditado durante largos años.
Juan, al igual que Daniel, había realizado aquella mamada infinidad de veces en su cabeza y seguía los pasos uno a uno, sin dejarse ninguno, ya que tenía que ser como siempre había soñado. Por eso ahora le lamía los testículos, porque estaba llevando a la realidad una fantasía nacida y elaborada durante años, evolucionada a medida que él mismo y sus deseos iban cambiando. Daniel entendía perfectamente su actitud egoísta y le dejaba hacerlo encantado.
Luego ya disfrutaría él del sabor de su pene y su semen en su boca, haciendo realidad sus propios sueños.
Abandonó sus testículos para centrarse de nuevo en su pene, volviendo a tragarlo como al principio, se lo metió entero en la boca y fue moviendo despacio su cabeza, bajando y subiendo lentamente desde la base hasta la punta. Volvió a parar repentinamente, como antes había hecho para chuparle los testículos, y le levantó bruscamente las piernas dejándole con las piernas y el culo en el aire, apoyado tan solo sobre parte de su espalda. Daniel abrió los ojos sorprendido y notó su mirada lasciva clavada en la él. Juan rodeó su cuerpo con sus brazos y, sin dejar de mirarle, fue acercando su cara muy lentamente hacia su ano. Empezó a besarle los glúteos, con besos suaves y pausados, ahora un sitio, ahora otro. Seguía mirándole directamente, sin apartar su mirada de sus ojos en ningún momento. Siguió besándole durante varios minutos hasta que cerró los ojos y empezó a lamer con su lengua sus piernas......sus glúteos......pasaba una y otra vez por encima de su ano sin llegar a rozarlo tan siquiera.
Bruscamente, se detuvo y sin apartar la cabeza de su culo, volvió a mirarle durante un breve instante, luego cerró los ojos y se lanzó directamente por su ano. Empezó a lamerlo con fuerza intentando penetrar su agujero con su lengua, realizaba lametones amplios y muy húmedos, pero siempre sobre su ano, no se apartó de él ni un segundo. Era una sensación increíble, muy agradable y que Daniel jamás había pensado tan siquiera en realizar. Él se dejaba llevar, relajado, disfrutando de sus soberbias lamidas. Cuando pudo darse cuenta ya tenía un dedo metido en su culo. Se lo introdujo fácilmente, sin apenas resistencia gracias a la saliva repartida por todo su ano. Le fue penetrando poco a poco hasta meterlo entero, al mismo tiempo que seguía chupando con la lengua el ano y su dedo. Aún con su dedo en su culo, fue subiendo su cara hacia sus testículos, sin dejar de lamer por donde pasaba, se entretuvo en ellos un momento y siguió subiendo hasta su pene engulliéndolo de nuevo hasta el fondo. Empezó de nuevo a bombear con su boca sobre su pene al mismo tiempo que movía su dedo en su interior. Sincronizó ambos movimientos de forma que cuando se tragaba totalmente su pene, su dedo le penetraba hasta el fondo. Fue aumentando el ritmo hasta conseguir ponerle al borde del orgasmo.
- Me voy a correr......
- Grito Daniel entre suspiros de placer.
- Espera quiero que te corras en mi cara.
- Replicó Juan sacándose el pene de su boca.
Le agarró el pene con la mano, y empezó a moverlo a un ritmo frenético al tiempo que arrimaba la cara al pene de Daniel para recibir toda su leche.
Agarraba sus testículos con las dos manos. Chupaba suave, entreteniéndose con su lengua en su glande y en su frenillo. Tragaba despacio, haciendo que esos 22 cms de carne caliente subieran por su garganta hasta casi ahogarle. Vio que Juan estaba muy excitado, al borde del orgasmo, así que decidió aliviarle rápidamente sin alargar su espera. Aquello era exactamente igual a como él lo había imaginado, una polla en su boca y unos testículos calientes e hinchados en sus manos. Cogió los testículos con una sola mano y con la otra agarró la base del pene. Empezó a masturbarle al mismo tiempo que seguía chupándole el capullo. Incrementando el ritmo de la mamada, notando como él empezaba a mover las caderas descontroladamente, a punto de correrse.
- Me corro......
- Susurró él, quizá pensando que Daniel también quería recibir su semen en la cara.
Daniel no le hizo caso y siguió chupando aumentando aún más el ritmo, forzando a que se corriera en su boca, porque eso era lo que Daniel más deseaba, ahí es donde su amante se corría siempre en sus encuentros imaginarios. Cuando notó que se corría empujó su boca hacia abajo, tragándose el pene lo máximo que pudo y succionando con fuerza para extraerle hasta la última gota. El semen empezó a brotar con fuerza y abundancia, pero aquella fuente era inagotable y empezó a rebosarle semen por los labios. Siguió pegado al pene de Juan hasta que dejó de brotar semen y él calló rendido después de la fantástica corrida. Daniel se sentó en el suelo, apoyado contra la pared, buscando con su lengua el semen que asomaba por la comisura de sus labios, mientras observaba la cara de Juan aún marcada con su propio semen. Estuvieron cinco minutos callados, desnudos, inmóviles, respirando, mirándose el uno al otro, asimilando lo que había pasado. Luego Daniel se puso al lado y bajando lentamente su cabeza hasta el pene de Juan, le dio un suave beso de agradecimiento.
- Me parece que vamos a vernos mucho más a menudo a partir de ahora.
- Dijo sonriendo.
- Sí.
- Respondió Juan con otra sonrisa.
- Hace tiempo que quería dar este paso, estaba casi seguro de que te gustaban los tíos como a mí, pero no me atrevía.
- Ha sido fantástico que te hayas decidido, yo jamás me habría atrevido a hacerlo como tu lo has hecho......
- Me gustaría follarte.
- Dijo repentinamente Juan.
- ¿Follarme por el culo?.
- Respondió Daniel sorprendido.
- Sí. Y que luego me follaras a mí, contesto Juan.
Daniel reflexionó durante un momento, era algo que jamás se había planteado, pero en menos de un segundo lo pensó, lo meditó y decididamente, aceptó.
- Me encantaría hacerlo......
- Dijo convencido.
En ese momento, se abrió la puerta del vestuario.
- ¿Aún queda alguien?.
- Gritó una voz femenina. Durante un momento se quedaron paralizados, aterrorizados, ante la posibilidad de que descubrieran lo que habían estado haciendo.
- Juan reaccionó antes:
- Sííííí.
- Gritó abriendo un grifo.
- Aún nos estamos duchando.
- Cada día más lentos......
- Murmuró la mujer de la limpieza, abandonando el vestuario.
Habían invertido más tiempo de lo habitual en sus "juegos", por suerte la mujer de la limpieza siempre preguntaba antes de pasar.
- Tendremos que ir con más cuidado a partir de ahora.
- Dijo Daniel aún asustado.
- Oh...... conseguir otro sitio para follar, contesto Juan.
- Sí...... respondió suspirando, Daniel.
Se ducharon en silencio y se vistieron rápidamente. Y, aunque volvieron a excitarse, contuvieron sus pasiones hasta otro día en que pudieran estar más tranquilos. Se fueron apenas sin despedirse, ya que ambos sabían que aquello no había acabado, simplemente era un intermedio hasta su próximo encuentro........
CONTINUARA
PASIÓN SECRETA 2ª PARTE
Era un domingo como cualquier otro, en el cual realizaban los juegos de entrenamiento rutinarios, Daniel y Juan habían vuelto a verse en los partidos y en los vestuarios como de costumbre, pero en esta ocasión ambos estaban sentados en el banquillo, pero no habían tenido ninguna atención especial el uno hacia el otro, solo miradas, alguna sonrisa, algún roce, pero nada más. Daniel supuso que quería disimular. No sería agradable que el resto del equipo supiera de su relación. Habían decidido no relacionarse más de lo habitual, para no levantar sospechas. Pero Daniel estaba desesperado por volver a sentir el pene de Juan en su boca, casi no podía contenerse cuando le veía.
El jueves siguiente volvieron a coincidir en el entrenamiento. Daniel sabía que después, en las duchas, tendría su recompensa a tantas horas de espera. Juan seguía aparentando estar distante de Daniel, pero Daniel sabía que se moría de ganas de tenerle de nuevo entre sus brazos. Pero la sorpresa fue mayúscula para Daniel, cuando al entrar en el vestuario, Juan se duchó rápidamente, se vistió y desapareció sin dirigirle la palabra, despidiéndose de todos, diciendo que tenía prisa. Nubarrones de dudas crecieron en la cabeza Daniel......
-¿Qué le pasaba?
Él sabía que Juan había disfrutado tanto como él......
-¿Tendría dudas de su identidad sexual?.
No creo..... pensaba Daniel, parecía que no, después de todo Juan era el que había dado el primer paso, arriesgándose a mostrarse desnudo ante Daniel con su pene totalmente erecto y en clara actitud de insinuación.
-¿Ya había colmado su deseo sexual con la experiencia del otro día? Imposible, Juan le había dicho que quería más.
-¿Temía que los pillaran "in fraganti?"
Puede ser, aunque no le había importado mucho la otra vez. Quizás simplemente disimulaba (en exceso) para que nadie sospechara, al menos eso es lo que Daniel quería creer, pensando que a la menor oportunidad volverían a entrelazar sus cuerpos haciéndose el amor el uno al otro.
Llegó el viernes y su actitud no cambiaba en absoluto, Juan hablaba y bromeaba con todos sin tener con Daniel ningún detalle especial. Se duchó y empezó a vestirse para irse.
Daniel estaba destrozado, apenas se fijaba en el resto de miembros pululando a su alrededor, absorto en sus pensamientos, en sus oscuras cábalas, pensando que jamás iba a volver a probar aquel miembro, que el ansiado regalo que Juan le había hecho, le había sido robado sin piedad.
Tan concentrado estaba Daniel en sus oscuros pensamientos, que no se dio cuenta que, aunque habían tres o cuatro chicos en las duchas, en el vestuario se habían quedado solos por un momento Juan y él. Juan se acercó rápidamente y le plantó un suave y tierno beso en los labios, mientras se agarraba el miembro con su mano.
- Me muero por tenerte de nuevo, pero hemos de ser precavidos.
- Se lo dijo suavemente como un susurró a su oído.
- Este fin de semana estoy solo, ven a mi casa hoy por la noche, y......(súbitamente)
Un chico salió de la ducha y Juan se alejó de Daniel de un salto; El chico no vio nada.(afortunadamente para ellos).
Daniel se acerco a su amante y le susurro:
- ¿Estás solo todo el fin de semana?.
- Sí, respondió Juan sin mirarle.
- Mis padres se van a visitar a mis abuelos y mi hermana se va de excursión con sus amigas hasta el domingo.
Daniel no podía contener su alegría al escuchar lo que Juan le estaba diciendo y le contesto con sumo entusiasmo:
- En mi casa diré que tenemos concentración y me quedaré a dormir contigo.
- Eso es genial, le contesto Juan.
Daniel se separo de su lado y entro en la ducha, exultante de felicidad. Cuando salio, Juan ya se había marchado, pero no le importó......
Todo el resto de tarde estubo nervioso, no atendía en clase y tenía que controlar su excitación para que no se notara a través de sus pantalones.
Daniel llegó a casa, preparo una bolsa de deporte y dijo que no vendría a dormir que tenía concentración porque el partido del domingo era muy importante.
Nadie se extrañó, ya que, aunque no era habitual, hacían siempre un par de concentraciones al año.
Movido por la impaciencia, llego a casa de Juan a las siete de la tarde, antes de lo previsto y sus padres aún no se habían ido. Juan le presentó como un amigo del equipo y se sentaron a ver la tele.
Estaban los dos en el mismo sofá aparentemente atentos al programa, haciendo tiempo hasta que sus padres se marcharan. Sin mediar palabra Juan puso su mano sobre la pierna de Daniel.
Daniel llevaba unos pantalones cortos de deporte y se sobresalto al notar su piel contra la suya. Empezó a subir la mano lentamente hacia su entrepierna.
-¿Estás loco?, nos van a ver
-le dijo Daniel.
-Ssshhh, calla......los oiremos venir, están haciendo las maletas
-Respondió Juan, diciendole: Esto sólo es un adelanto de lo que vendrá después......
Juan sabía que Daniel no iba a negarse a hacer nada de lo que le propusiera, por eso dejó de hablar y siguió subiendo su mano por dentro del pantalón hasta alcanzar el pene de Daniel. Empezó a masturbarle lentamente sin inmutarse, seguía viendo la televisión como si nada. El pene de Daniel empezó a reaccionar, la erección ya se notaba a través del pantalón y Juan estaba empezando a excitarse tambien. Rápidamente, sin darle tiempo a reaccionar, le sacó el pene del pantalón y se lo metió en la boca. Chupaba lentamente, no quería que se corriera, sólo quería excitarle.
Siguió mamandole durante unos minutos, pero siempre con mesura, pasando su lengua alrededor de su glande una y otra vez, sin acelerar el ritmo, sólo manteniendo su erección y su placer en el grado máximo sin llegar a consumarse.
-"¡Juan, nos vamos!"
El grito de la madre de Juan les devolvió a la realidad, rápidamente Daniel se escondío el pene en el pantalón y tuvo que taparse con un cojín para disimular su excitación. se despedío de los padres de Juan con un saludo, lógicamente sin levantarse del sillón. Juan los acompañó a la puerta y se despidió de ellos. Cuando se marcharon miró a través de la mirilla durante unos segundos y luego pasó el cerrojo de la puerta, quedando asi totalmente protegidos de visitas inesperadas.
- Espérate un momento
- Dijo Juan dejándole solo
- Tengo que preparar algunas cosas.
El susto que paso Daniel había conseguido que su pene se relajara un poco, pero en su cerebro hervía más que nunca la pasion, deseando empezar ya con la "actividad" para la que había venido.
- ¡Ven a mi cuarto!
- Gritó al cabo de un minuto Juan.
Daniel se levanto de un salto y se quito los pantalones y la camiseta, quedándose sólo con los calcetines y las zapatillas de deporte. Pensando que le excitaría a Juan verle así, se dirigío a el cuarto.
- Estás muy bueno
- Dijo Juan observando su cuerpo
- Pero con esta ropa aún estarás mejor
- Y señaló lo que había preparado encima de la cama.
Daniel miro hacia la cama y vio dos medias blancas, unas braguitas y un sujetador, también blancos. Además había un consolador de color carne. Daniel se estremecío al ver aquello. Él nunca había pensado en vestirse con ropa de mujer. A él le gustaban las pollas, los tíos, y nunca había fantaseado con travestirse. Pero ni por un momento llego a plantearse el negarse a hacer lo que Juan le pedía; Primero, porque en ese momento le excitó la idea de vestirse de chica y segundo, porque, con tal de volver a notar el pene de Juan en su boca, hubiera hecho cualquier cosa que le hubiera pedido.
- Es todo de mi hermana
- Le explicó Juan.
- Yo me he follado muchas veces con su consolador, ella cree que no sé que lo tiene. Pero lo he usado infinidad de veces. Tendré que metértelo para agrandar tu ano. Pero de momento ponte esa ropa. Te espero en el salón.
Daniel se acerco a la cama y empezo a vestirse, se puso las medias que le llegaban hasta medio muslo, acomodo sus genitales lo mejor que pudo en las braguitas que apenas cubrían nada, tan sólo eran algo más grandes que un tanga, y finalmente se puso el sujetador. Daniel en su interior reconocia que mientras se vestía le excitaba enormemente lo que hacia, sobre todo cuando se miro en el espejo del armario: Parecía una auténtica chica. Él era alto y delgado y casi no tenía pelo por el cuerpo, el sujetador era bastante pequeño así que lo llenaba sin problemas. Cogío el consolador y empezo a chuparlo, mirando impresionado su reflejo en aquel espejo, parecía una auténtica chica chupando una polla: Se decia a si mismo estoy preciosa en tono burlesco.
Salío al salón andando lentamente, intentando feminizar al máximo sus movimientos. Se paseo disimuladamente por delante de Juan, adoptando poses insinuantes, excitándole con sus movimientos. Juan le miraba atónito, alucinado, sin pestañear siquiera, sin perder detalle de ninguna de sus provocaciones.
- Estás impresionante......
- Fueron las únicas palabras que pudo pronunciar.
Se levantó y se fue quitando la ropa hasta quedar totalmente desnudo. Luego cogió a Daniel de la mano y se lo llevó hasta su cuarto. Allí le tumbó en la cama de rodillas, dejando su cabeza pegada al colchón y su culo arriba. Durante un momento Juan se alejó de Daniel un par de metros y le observó durante unos segundos, recreándose la vista. Luego se acercó directamente a su culo y empezó a besar todo lo que asomaba de las braguitas. Esa era una sensación que Daniel ya había experimentado en su primer encuentro, sabía que le lamería por todas partes menos en el ano, para posteriormente centrarse sólo en su agujerito. Efectivamente, pasó su lengua por todo su culo, dejando para el final su orificio. Le apartó las bragas hacia un lado, sin sacárcelas, y empezó a lamer su ano con destreza, apretando su lengua simulando que le penetraba, para luego dar lametones por toda la zona. Daniel disfrutaba enormemente de esas caricias, a la cual le había aficionado Juan cuando se las había hecho por primera vez en las duchas del vestuario. Después de lubricarle con su saliva cogió el consolador y sin mediar palabra intentó metérselo. El culo de Daniel se resistía, hasta que de tanto apretar consiguió meter la punta y su ano se quejó con un dolor agudo que le obligó a gritar.
- ¡AHHHH!.........¡me duele!....... jilipollas me estas haciendo daño.
- Espera, perdona, lo siento decia Juan, con su voz entrecortada, pensaba que con la saliva habría bastante, pero hace falta un lubricante. Voy a buscar lo que yo siempre uso.
Juan salió un momento y volvió con un frasco de crema suavizante o algo así. Cogió un poco y untó el consolador a conciencia. Luego introdujo su dedo aún lubricado con la crema en el culo de Daniel. Apenas lo noto como entraba, no le dolía en absoluto, aquella crema era fantástica.
- ¿Mejor?
- Le preguntó Juan.
- Sí, ahora me gusta
- Respondío Daniel.
Sacó los dedos y apuntó de nuevo con el consolador hacia su culo. Empujó lentamente y sin ningún problema fue metiéndolo hasta el fondo. No le dolía, pero sí lo sentía, era realmente grande y le llenaba por completo.
- Ahora voy a abrirte el culo, para que te pueda entrar mi pene
- Y diciendo esto empezó a mover el consolador en sus entrañas.
Primero lentamente y progresivamente aumentando el ritmo, hasta que realmente parecía que le estuviera follando. Daniel disfrutaba de la situación, dejando que aquel artilugio expandiera su ano para recibir luego todo ese pene que le aguardaba. Le introdujo el consolador hasta el fondo y dejó de moverlo. Daniel levantó la cabeza y vio como Juan se untaba el pene con crema. Juan se acercó de nuevo y le sacó el consolador del culo. También le quitó las braguitas, dejando su culo totalmente desnudo. Se subió a la cama y se arrodilló detrás de Daniel. Apuntó con el pene a su ano, Daniel notaba como buscaba el agujero de entrada.
Por un momento se estremecío y penso.......por fin, mi culito virgen iba a ser estrenado por una auténtica polla....... Exclamo un mummmm....... de placer de solo pensarlo.
A pesar del considerable tamaño del pene de Juan, empezó a entrar sin ningún problema.
El consolador había hecho su trabajo y su ano se tragó enteramente aquel hermoso pene.
Lo noto caliente y duro en sus entrañas. Era una sensación fantástica.
Cuando una buena polla, te folla te sientes lleno, tranquilo, satisfecho, es difícil de entender para la gente que no lo ha probado.
Después de permanecer un rato dentro de él, inmóvil, empezó un bombeo rítmico y pausado.
La sacaba casi hasta la punta para luego volver a meterla de un golpe hasta el fondo. Progresivamente fue incrementando la velocidad de sus movimientos. Empezaba a moverse muy deprisa, casi a convulsiones. Sus huevos golpeaban fuertemente contra los de Daniel en cada embestida, su pene entraba salvajemente en las entrañas de Daniel, mientras Juan le agarraba fuertemente del culo, evitando que se saliese el pene en uno de sus bruscos movimientos.
De pronto su cuerpo se congestionó, todos sus músculos se tensaron y le agarró aún más fuerte. En su última embestida, apretó su polla hasta metérmela del todo y se dejó caer sobre la espalda de Daniel abrazándole por el tronco. Se movio muy lentamente 4 o 5 veces soltando un espeso chorro de leche caliente en sus entrañas. La sensación fue increíble para Daniel un enorme, fuerte y viril pene tomando tu cuerpo, pegado a tí sin poder separarse, notando su semen caliente recién exprimido en sus entrañas.
Cayeron los dos sobre la cama, con el pene aún dentro de Daniel.
Daniel pensaba que Juan estaría rendido, después del esfuerzo que había hecho, pero se irguió inmediatamente.
-Tómame, vamos, fóllame tú tambien le dijo Juan
-Poniéndose de rodillas sobre la cama y abriéndose el culo con ambas manos.
-Me muero por tener una auténtica polla dentro de mí, le decia Juan.
Daniel no se lo penso dos veces, se quito el sujetador y se unto la polla con crema y cogío el consolador para lubricarlo.
-No necesito el consolador, lo he usado muchas veces antes y ya tengo el culo a punto, le dijo Juan.
Daniel dejo el consolador y se abalanzo sobre el culo de Juan.
Efectivamente, su pene entró sin ningún problema en aquel acostumbrado agujero.
Daniel hizo lo que Juan había hecho él, entrando poco a poco y metiéndola hasta el fondo.
-¡Vamos!..... Muévete, poséeme, fóllame, le decia Juan, quiero sentir como me rompes el culo putita mía......
- Gritaba Juan fuera de sí, como poseído.
Daniel empezo a culiarle con fuerza. Se movía furiosamente dentro de su ano, empujando a un ritmo regular, golpeando contra sus nalgas en cada sacudida.
Juan gritaba entrecortadamente en cada embestida y Daniel me moría de placer sintiendo como todo su pene era tragado por ese culo.
Entonces levanto la vista y observo sus imagenes reflejadas en el espejo.
Era una visión fantástica, hipnotizante. Dos chicos jóvenes, uno recostado de rodillas sobre la cama con el culo ofrecido y el otro, sólo vestido con unas medias blancas, apoyado sobre él penetrándole salvajemente. Esta visión celestial acabó con todo el aguante de Daniel y de un soberbio empujón que casi tiró al suelo a su amante, entro del todo en aquel culo para correrse en lo más profundo de él. Su chorro fue abundante y estubo corriéndose durante más de 30 segundos, sin dejar de empujar durante todo ese tiempo, sobre el cuerpo aprisionado de Juan, cuyas piernas no habían resistido la embestida y estaba totalmente estirado sobre la cama. Poco a poco la energía de Daniel que parecía infinita fue apaciguándose y salío del placentero culo de su amante, que giró su cuerpo hacia él con una sonrisa de extrema felicidad dibujada en su cara. Al girarse Juan, Daniel vio que el pene de su amante presentaba una erección considerable, casi instintivamente acerco su cara al pene de Juan y se lo metío en la boca. Le encantaba aquel pene y ese día aún no lo había probado. Lo chupo con insistencia, como podía hacerlo en esos momentos de confusión mental. Juan se corrió tranquilamente, sin convulsiones, con un ligero giro de cuello hacia atras y un gritito casi inaudible.
Eso fue una bonita guinda en aquella noche de pasión en la que Daniel y Juan se entregaron el uno al otro mutuamente
La relación entre Daniel y Juan fue muy intensa, tanto ese fin de semana como durante todo aquel verano. Aprendiron juntos los secretos del sexo en apenas unos meses, hicieron todo lo que dos hombres jovenes pueden hacer.
Poco a poco, fueron perdiendo el pudor a que su relación fuera descubierta, e incluso se la chupában en algunos parques o callejones oscuros.
Su relación terminó bruscamente al final de ese verano cuando elegiron universidades de ciudades diferentes.
Aunque volverían a encontrarse algunos años después para protagonizar un corto pero intenso e increíble "affaire" entre los dos.
Pero eso es otra historia amigos.................
JOHNNY