viernes, 11 de julio de 2008

LA AVENTURA DE ALBERTO





LA AVENTURA DE ALBERTO

Os contaré una historia que le sucedio a uno de mis mejores amigos de la adolecencia, eramos inseparables y siempre nos contabamos todo lo que nos pasaba, nuestras fantasias y tambien nuestros ligues, los dos eramos mariquitas por supuesto y muy buenos amigos, aunque nos gustaba disimularlo para evitar las burlas de los demas, aunque para ser sinceros a mi amigo se le notaba mucho la pluma, en fin esta es la anecdota que le sucedio a Alberto, se las contare tal y como el me describio los hechos.

Mi amigo Alberto tenia en ese entonces 16 años. Estabamos en uno de los mejores institutos de la ciudad y aunque hacia un par de años habia descubierto su auténtica sexualidad, hasta ahora solo se había hecho algunas pajas con revistas de tios en pelotas, pero la verdad es que no le producían un gran placer que digamos. Sin embargo, un mes despues de cumplir los 16, Alberto me comento que se encontraba ultimamente muy excitado y que le gustaria estar con alguien pero que no encontraba la persona para ello, ninguno de nosotros dos hubieramos pensado que aquella tarde en los baños del instituto, dentro de uno de los reservados, Alberto encontraria lo que estaba esperando con tantas ansias y ganas.

Alberto estaba en uno de los servicios cuando escucho algo raro en el compartimento de al lado. Parecía como si alguien chupara algo; bueno, él supuso que un compañero estaba comiéndose un chupa chus. Pero el caso es, que empezo a oir una voz, muy baja, casi un susurro, que decía "Así, así, muy bien, chúpala así, no pares". Se quedo intrigadísimo, porque además enseguida reconocío la voz, que era la del profesor de gimnasia, un hombre como de 25 años que había llegado ese año nuevo al instituto. Era alto y espigado, guapo, y era sabido que las chicas del instituto estaban coladitas por él, y no solo las chicas, mi amigo y yo tambien ya habiamos comentado lo bueno que estaba el profe de gimnasia, pero solo eran fantasias nuestras el pensar que ese tio se interesaria en dos mariquitas de instituto. En fin volviendo al servicio donde estaba Alberto, cuando el reconocio al voz del profe lo primero que se le ocurrió era que el profe estaba a un metro de él, tras la pared, con una de las alumnas que se había rendido a sus pies (nunca mejor dicho......). Pero le extraño que hubiera escogido los servicios de hombres. Bueno, pues el caso es que enseguida el profesor elevó un poco sus jadeos, aunque se notaba que se los aguantaba como podía, y poco después le escucho decir: "Me ha gustado muchísimo, lo repetiremos cuando tú quieras". Unos momentos después se abrió la puerta del servicio donde estaba el profesor y su acompañante, y Alberto, lleno de curiosidad, se asomo por encima de la puerta.
Y, en efecto, era el profesor de gimnasia, pero la chica resultó ser un chico, concretamente Eugenio, no era uno de los mejores estudiantes de mi clase, pero si era excelente compañero y muy gracioso, tenia un talento extraordinario para imitar a la gente que era envidiable, era el que nos hacia reir cuando teniamos horas libres o no iba algun profe a dar clases, Eugenio es moreno y bastante guapo. Alberto al ver a Eugenio con el profe de gimnasia, le falto poco para caerse de espaldas._ El corazón empezó a latirme con fuerza..... me decia Alberto, y no te estoy mintiendo, pero se me puso la polla dura como una piedra....._ me decia.

El caso es que Alberto estaba tan excitado que se hizo una paja, dice él que fue la mejor que se había hecho nunca, imaginando aquel chico moreno con su boca en la polla del profe de gimnasia.
A partir de ese día Alberto se dedico a vigilarlos a los dos. ( Por cierto a estas alturas el muy cabron todabia no me habia contado todo lo que habia visto, y se lo tenia muy guardado lo de Eugenio y el profe, el muy picaro ). Se dio cuenta entonces de cosas tales como que en la clase de gimnasia el profe aprovechaba cualquier ocasión para darnos una palmada en el culo a los chicos, como apoyándonos cuando hacíamos algo bien o para comfortarnos cuando nos salía mal ( A mi me dio muchas de esas palmaditas). Con Eugenio la cosa era casi descarada, si uno sabía, lo que Alberto sabía, siempre lo utilizaba a él para hacer el ejemplo del ejercicio que fuera, y se ponía detrás para corregirle la posición, y Alberto se daba cuenta de que se le pegaba al culo y le refregaba disimuladamente la polla por las nalgas..... Todo esto ponía cachondo a Alberto, y en cuanto podía se iba al servicio a hacerse una paja. El caso es que un día, tras la clase, estábamos en las duchas; casi todos habían terminado, pero Alberto se hizo el remolón porque no quería perder de vista a Eugenio, que también se demoraba mucho. El caso es que llegó el momento en que todos habíamos salido menos Eugenio y Alberto, y entonces entró el profesor. Cuando vio a Alberto pareció que se le torcía la cara, pero pronto cambio la expresión de su cara, y dijo: ¿Qué pasa, Alberto? Hoy te estás quedando el último.
Alberto miro a Eugenio, a modo de respuesta, y dijo: _Si, bueno, pero Eugenio siempre es el último_ .....ya sabes que es muy coqueto_dijo sonriendo el profe_.
Total, que no tuvo más remedio que terminar. Sin embargo, a posta dejo en el vestuario sus botas de deporte. Y salío, despidiéndose de los dos, y al traspasar la puerta se quedo junto a una pared desde la que no me podía verles. No le llegaba ruido alguno de los vestuarios, pero eso mismo resultaba bastante sospechoso e inquietante, segun me decia Alberto. Espero cinco minutos, y, por fin, con el corazón casi saliéndosele por la boca y la polla dura como una roca, empezo a asomarme con cuidado. No se veía a nadie en el vestuario, pero él estaba seguro que estaban allí. Entro con suma cautela, sabiendo que tenía la excusa de las botas "olvidadas". Pero en el vestuario no había nadie, en efecto. Sin embargo, se oía ruido de agua cayendo en la zona de duchas, y hacia allí se encamino con sumo cuidado. La zona de duchas es una pared en la que hay una serie de grifos tipo alcachofa, y los correspondientes platos de ducha. Tiene una pared a cada lado de la zona, así que él miro, con sumo cuidado, desde una de estas paredes. El espectáculo que vio, le dejó boquiabierto, Eugenio y el profesor estaban totalmente desnudos bajo la ducha, y el hombre se la estaba metiendo por el culo, mientras Eugenio, doblado sobre la cintura, se pegaba constantemente al pene de su maestro; desde su posición Alberto podía ver perfectamente el pene del profe entrando y saliendo entre las nalgas de Eugenio. Era un pene de exposición, enorme, como los que se veían en las revistas guarras que Alberto y yo habiamos visto.

Alberto se fijo que Eugenio tenía los ojos cerrados y que se pasaba una y otra vez la lengua por los labios. El profe estaba a lo suyo, enterrando su pene en aquel culo juvenil, sobándolo con sus manos, agarrando a Eugenio por la cintura y atrayéndolo lujuriosamente hacia él.
Alberto no pudo contenerse y se saco su pene del pantalon. Empezo a hacerse una paja, y él mismo cerro también los ojos para concentrarse mejor; imaginaba que aquel pene enorme le estaba entrado por su virginal culito, y tal vez en esa fantasía descuido un tanto sus defensas. El caso es que, según él, sin darse cuenta después, había sacado medio cuerpo desde su escondite, confiado en que los amantes estaban en lo suyo. El caso es que, mientras estaba pajeándose, de repente se encontro con que una mano le agarraba del brazo; abrío los ojos, y para su sorpresa era el profe, chorreando agua, desnudo y con la polla tiesa ante él. En su cara había miedo, pero también ira; no sabía qué iba a pasar, ni Alberto tampoco.

Alberto me confeso, que en ese momento estaba aterrorizado y confundido. Pero derrepente se acercó Eugenio y, con toda la naturalidad del mundo, se agachó delante de Alberto y se metió su pene en su boca. Aquello fue mano de santo. El profe le soltó enseguida, cuando vio que Alberto no oponía resistencia, a Alberto se le fue el miedo en un santiamén. Sentir aquella boca adolescente chupándole el pene fue algo que le desinhibió totalmente. El profe les contempló un momento, y después, viendo que Eugenio se movia ostentosamente, se colocó tras él y le volvió a penetrar su pene entre las nalgas. Eugenio, se tragaba el pene de Alberto hasta la empuñadura en cada envestida que le pegaba por detrás el profesor, Alberto aprovechó para irse quitando el pantalón y los zapatos, y se quito la camisa que llevaba puesta.

Ya estaban los tres desnudos. Eugenio dejó por un momento de chupársela y le dio un beso de tornillo a Alberto de los que se ven en las películas, aquella lengua juvenil dentro de su boca hizo que su pene diera un respingon.

Los dos, Eugenio y el profe, le llevaron casi en volandas debajo de las duchas. Las abrieron, y entonces Eugenio le condujo suavemente hasta delante del profe, que le miraba con una sonrisa y una ansiedad extraordinarias; Eugenio le obligó, suavemente, a agacharse, y Alberto quedo a diez centímetros de aquella excepcional herramienta de carne. Alberto pudo entonces contemplar la hermosura del pene del profesor, un enorme mástil de carne brillante y suave, surcado por potentes venas que le conferían una gran sensación de fuerza y virilidad. El glande, rosado y rezumante de líquidos, parecía estar llamándole. Alberto cerro los ojos y abrío la boca, como llevado por un impulso. De inmediato sentío como se le llenaba aquel escaso recinto bucal con una gran masa de carne caliente y palpitante, que amenazó enseguida con ahogarle. Respiro por la nariz y abrío los ojos, el panorama era impresionante. Delante de él veía aquel pene enorme semienterrado en su boca, alejándose y acercándose conforme le follaba oralmente.
Eugenio, detrás de él, no perdía el tiempo. Colocó su cara entre sus nalgas, y pronto sentío un lengüetazo húmedo y superexcitante en el agujero de su culo. Sentío como un latigazo de placer le retorcía; se dío cuenta entonces que aquella lengua, que exploraba su agujero más íntimo, parecía permitirle tragar más polla por la boca; parecía como si a cada lamida de Eugenio en el interior de su agujero le permitía abrir un poco más su boca. El caso es que, entre oleadas de placer que le subían desde el culo, en cada lametón, la polla del profe progresaba en su boca. Alberto noto entonces que el glande había traspasado la campanilla, y se esforzaba por engullir más y más aquella masa de carne palpitante; el profe se dio cuenta de su gula, pues sus gemidos se hacían cada vez más altos. No tardo mucho en sepultar totalmente aquel pene de exposición en su minúscula boca, mientras Eugenio, sin desmayo, proseguía lamiéndole cada vez más profundamente en el agujero oscuro de su culo.
Sin embargo, de repente el profesor le sacó la polla de la boca; se alejó un poco y Alberto lo seguío con la boca abierta y la lengua totalmente fuera, deseoso de que se la volviera a meter en su boca.
_Espera, Alberto, que esto también te va a gustar.....le dijo el profe, guiñandole un ojo a
Eugenio_.Y vio como entre ambos le daban la vuelta, colocándole al contrario de cómo estaban antes, ahora tenía delante de él la hermosa y juvenil polla de Eugenio, más pequeña que la del profe pero también bonita y bien proporcionada. Alberto no se lo penso dos veces y la engullo con gula. Era deliciosa, segun él, como un caramelo dulce, como un chupa chus exquisito. Por detrás noto cómo el profesor le metía un dedo por el culo, con facilidad porque la lengua de Eugenio le había relajado el esfínter totalmente. Metió un segundo dedo y le costó algo más. El tercero fue más difícil, pero finalmente entró, le folló entonces con los tres dedos, y aquello era el nirvana para Alberto. Los sacó de repente los tres y se quedo como huérfano; si no hubiera tenido la boca llena con el pene de Eugenio. Pero entonces noto otra cosa apoyada en el umbral de su agujero. Era algo grande, caliente y duro, y enseguida supo que iba a conocer el placer. El profe le metió de un solo golpe su enorme polla, y Alberto sentío como si le abrieran en canal por detrás; sin embargo, al tiempo de sentir ese dolor, le recorrió por todo el cuerpo un placer inanarrable, como un estremecimiento, un escalofrío que le puso los vellos de punta. El profesor comenzó un mete y saca, le follaba sin compasión, Alberto notaba como entraba en sus entrañas aquella cuarta larga de polla, grande y gorda. Coloco su mano hacia atrás y la toco, y sentío un placer añadido al notar cómo aquel inmenso pene se introducía, contra toda razón física, en el pequeño agujero virginal de su culo.
Por delante Eugenio empezó a jadear como un condenado y de repente, Alberto noto un fogonazo de leche en su boca. Estaba tan excitado que no lo penso ni un segundo y empezo a tragarse el semen, aunque enseguida reparo en que sabía muy bien. Casi simultáneamente, el profesor también empezó a elevar sus jadeos y sentío dentro de su culo los fogonazos de leche que le largaba su tremendo pene. Cuando lo saco, aún le quedaban ganas de aquel pene de exposición y se lo lamío, recuperando la leche sobrante. Mientras Alberto se la chupaba al profe, Eugenio se agachó detras de él y le metió la lengua en el culo, lamiendo allí la leche que el profe le había soltado dentro.
Desde entonces Eugenio paso a ser uno de nuestros mejores amigos, y raro era el día que no montaramos un "numerito" en clase, Eugenio con sus imitaciones y nosotros descojonandonos de la risa. A todas estas Alberto al final me conto todo lo que habia hecho con el profe y con Eugenio, yo me quede muy sorprendido por la extraordinaria experiencia que mi amigo habia tenido, y por supuesto llegue a envidiarle un pocoquito, aunque la envidia me duro poco, ya que yo tambien logre disfrutar del profe de otra manera distinta pero tambien muy placentera, pero eso es otra historia que contare despues.

Asi que Alberto, Eugenio y yo fuimos casi inseparables en el instituto, yo les ayudaba con sus deberes en casa, y haciamos algo más que estudiar; y el profe de gimnasia, por desgracia fue trasladado al año siguiente, pero ese año mis amigos y yo sacamos matrícula de honor......
JOHNNY